Oscar Amaya Armijo
Esta aseveración es una tontera que se escucha en bocas de algunos hondureños comunes y corrientes.
Pero es inaudito escucharla de Pepe Lobo puesto que al estudiar marxismo leninismo tuvo acceso a varios conceptos del término clase social.
Cualquier diccionario o manual de marxismo la define y este hombre tuvo acceso a ellos. Entonces, ¿cuál es el afán de mentir deliberadamente o tergiversar la teoría?
Pepe Lobo sabe que las clases sociales son grupos que se diferencian entre sí por la relación que tienen con los medios principales de producción. Si la relación del grupo es ser dueño de esos medios, entonces son burgueses o terratenientes, según sea el caso.
En cambio, si la relación es solamente vender fuerza de trabajo porque se carece de aquellos medios, se está frente a obreros, campesinos u otro segmento del bloque de clases dominadas. Estos, en el interior del proceso de producción,son explotados mediante un recurso denominado plusvalía.
Desde esta perspectiva, el burgués, el terrateniente o el financista, son clases privilegiadas puesto que viven en la opulencia al recibir individualmente los bienes materiales que los obreros y campesinos producen socialmente. En esto radica la violencia social, política e ideológica que se vive hoy día.
Si esta situación problemática es así, entonces ¿Por qué asegurar que los maestros son clase privilegiada si en el marco de la estructura productiva no son dueños de medios fundamentales de producción? Lo que hacen los maestros es vender fuerza de trabajo altamente calificada y, por lo tanto, también son explotados.
Los maestros sencillamente no son clase privilegiada, pues no son dueños de fábricas, bancos, comercios, feudos y por supuesto, no obtienen ganancias esquilmando a los hombres y mujeres que desgraciadamente trabajan en esos centros de explotación capitalista.
Los maestros, por supuesto, en el seno del modo de producción tienen una ubicación en la estructura de clases. Ellos pertenecen a los amplios sectores de la pequeña burguesía urbana y rural, son los intelectuales orgánicos de quiénes hablaba Gramsci.
Un maestro, solamente para obtener una vivienda y pagarla en el IMPREMAH, tiene que pasar 30 largos años de su vida, y con el agravante que durante ese tiempo se endeuda con las pulperías de su barrio para poder alimentarse precariamente.
Un maestro hasta que ha pagado su casa se atreve a tomar en crédito un automóvil de segunda mano y a la par tiene que esperar treinta años para educar a sus hijos en escuelas y universidades públicas, también endeudándose.
Pepe Lobo debe saber que hay maestros que no ganan el salario mínimo y que un albañil tiene mayor capacidad de compra que aquél que se capacito más y mejor.
Algo más: Marx aseguraba que los intelectuales, y en esto se incluye a los maestros, forman parte del capital ampliado en el marco del modo de producción, y una de sus tantas funciones son las de conservarlo, mantenerlo y ampliarlo para beneficio exclusivo de la burguesía.
De aquí que los maestros realizan una enorme contribución para que los capitalistas vivan permanentemente en el privilegio y el hartazgo.
Son los maestros quienes califican al obrero para que éste sea explotado en una fábrica. Gran parte de la modernización de las fuerzas productivas se debe a los maestros.
Sí esto es así, que no venga Pepe Lobo a decir que los maestros son clase privilegiada, esta es una de las tantas falacias que dice este hombre para justificar el robo descarado que se ha hecho de los bienes del magisterio.
Pese a la enorme contribución que los maestros realizan en el modo de producción, son estigmatizados, satanizados, tratados como delincuentes, golpeados,en vez de protegerlos y dignificarlos como merece un profesional de este nivel.
La oligarquía y su gobierno desprecian al maestro que le ayuda a sostener el modo vida burgués. Esta ingratitud es el resultado de la mezquindad que caracteriza a las clases dominantes en Honduras.
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