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viernes, 4 de febrero de 2011

SIN PRINCIPIOS NO HAY IZQUIERDA





La izquierda en toda su dimensión política, social e intelectual se constituye históricamente como una alternativa a la explotación del ser humano. Es una lucha contra la esclavitud y, a la par, es una búsqueda por construir la igualdad en la práctica radical de la democracia. Se presenta como un proyecto ético de vida. No es una propuesta económica de gestión empresarial fundada en la ganancia del capital, el egoísmo, el lucro y la alienación del ser humano. Eso se llama capitalismo. En ello radica la diferencia que separa a la izquierda de la derecha.
Sin embargo, desde los años 70 del siglo XX se produce un abandono de los principios teóricos y políticos que constituyen los pilares sobre los cuales se levantó en el siglo XIX el proyecto ético de la izquierda. Hoy parecen recuperarse desde diferentes espacios. Hay cierto retorno de la política, y ello está motivado por la deshumanización a la que somete el mercado a la vida ciudadana. Una esperanza a la democracia política. El triunfo del Frente Amplio en Uruguay debe entenderse en esta perspectiva. Lo cual atrae el peligro de una derecha seducida por revivir viejas prácticas desestabilizadoras de golpes de Estado. Esta vez sin la muerte y la violencia de antaño, pero persiguiendo los mismos objetivos: evitar la consolidación de proyectos de justicia social y democracia económica y política con dignidad para los pueblos latinoamericanos.
Pero volvamos a nuestro argumento: durante los años 70, quienes poseían la representación institucional de la izquierda en Europa occidental y América Latina, me refiero a los partidos comunistas francés, español e italiano, y en América Latina igualmente partidos socialistas o comunistas y sus intelectuales orgánicos, cercanos y socialdemócratas en sus diferentes vertientes, abandonan la lucha por construir una sociedad con justicia social, con igualdad, con democracia, con un control sobre el capital financiero, con reforma agraria, con propiedad estatal en las áreas básicas para el desarrollo nacional, con impuestos progresivos al capital y exención a las rentas más bajas, en favor de una concepción posibilista de la política consistente en cambiar el proyecto de izquierdas por votos para gobernar. Ya ni siquiera el dilema se presentó en la dualidad: reforma o revolución. Se trató de llegar al gobierno sin pensar en el porqué y para qué. Para tal efecto se hizo necesario transformar comportamientos y mutar ideas. Lo primero, perderse el respeto a sí mismo. En otras palabras, dejar de ser. Tanto como partido político, como dirigente y como persona. Fue una alteración en todos los órdenes de la vida. Renegar de los valores éticos y de los principios que se decía defender. Hablo de principios, no de dogmas. Poner en cuestión el valor intrínseco del socialismo y el comunismo sobre la base de críticas maniqueas y caricaturescas, realizando juegos malabares entre Hitler y Lenin, Stalin y Mussolini y señalar que ellos son una y la misma cosa. Toda una amalgama cuyo objetivo consiste en mostrar que la izquierda no supo valorar los beneficios, las posibilidades y las potencialidades que brinda una economía de mercado para ejercer un gobierno con sensibilidad social dentro de un capitalismo con rostro humano.
Sueltas las amarras éticas, ser de izquierda se transforma en una propuesta estética donde desaparece la lucha contra la explotación, la injusticia social y la construcción de una sociedad democrática. Con esta contrarrevolución, el ronroneo entre los representantes institucionales de la izquierda de los años 70 sirvió para corroborar las tesis de la derecha más reaccionaria: las izquierdas no eran democráticas. Su adscripción a la democracia era instrumental, su objetivo: socavarla para instaurar la "nefasta" dictadura del proletariado. La "nueva" izquierda, si quería ser reconocida y participar en el juego, debía abjurar públicamente y reconocer su maléfico objetivo. Y así lo hicieron. La derecha satisfecha nunca dudará de sus nuevos compañeros de viaje. Aunque siempre les recordará su pasado leninista, troskista, marxista, maoísta, estalinista, etcétera. Mientras tanto, la derecha no cambiará de sitio, ni se democratizará. Seguirá explotando, matando, asesinando, evadiendo impuestos, corrupta, promoviendo guerras y ejerciendo el poder como y de la manera que desea, y no se le podrá tocar. Todo a cambio de nada. Más papistas que el papa, con carnet de buena conducta la "nueva" izquierda pasa de la dictadura del proletariado directamente a la división de poderes de Montesquieu y el principio de gobierno de Locke.
La izquierda como proyecto ético-cultural y político-social supone convicción. Ocupa un lugar en el mundo de las ideas, de los principios, si se desplaza deja el hueco, queda un vacío. Los años 70 viven este fenómeno ideológico y político. Ocupar su sitio es difícil. Sin embargo, quienes originariamente lo hicieron, y hoy siguen pensando que la representan, se llevaron consigo parte del mobiliario, de la historia, de la representación, y ahora pretenden quemar la casa, declararla en ruina o directamente demolerla. Y si no logran ninguno de los tres objetivos, la desmantelan y buscan reconstruirla acorde a los mandatos exigidos por sus nuevos socios, la derecha, en el barrio rico, para cumplir nuevas funciones. Pero es otra casa, sirve otros intereses y alberga otros inquilinos. No hay nadie de izquierda en ella, entre otras cosas porque no es una casa de izquierdas. Por mucho que se declamen y se rasguen las vestiduras, en ello estriba el dilema. Han perdido la dignidad, o lo que es lo mismo, el respeto a los demás. En un continuo rebajar los principios en pos de una vida fácil y cómoda que les permite inhibir la conciencia y acoplar sus ideas al social-conformismo. En sus redes justifican cualquier tipo de acción inhibitoria de la conciencia. Un ejemplo, el extremo de apoyar la derecha más reaccionaria y tradicionalista, bajo el concepto de voto útil.
Ser de izquierda es una ética de vida cuya dimensión social supone luchar contra la explotación, por la justicia social, la democracia radical, la reforma agraria, el salario digno, la educación gratuita, el socialismo y la liberación. Nada puede justificar desplazar los principios de la izquierda en pos de gobernar. La alternativa de la izquierda sigue antimperialista y anticapitalista. Por ende, una izquierda en el siglo XXI sin principios sigue sin ser izquierda.

LA PIRÁMIDE INVERTIDA

El pueblo egipcio abre caminos de liberación
 Gabriel F. López
Rebelión

En una nueva jornada de protesta el pueblo egipcio volvió a desafiar a
uno de los regímenes más sangrientos y proimperialistas de la región.
La movilización del martes 1° de febrero ha superado a la misma
convocatoria de la marcha: “Un millón de egipcios para derribar a
Mubarak”. Todos los medios internacionales resaltan que fueron cerca
de tres millones las personas que colmaron la Plaza de la Liberación
(Plaza Tahrir) y sus adyacencias a pesar de los piquetes militares y
de la cancelación de los trenes a la capital.

Fue el octavo día consecutivo en que el pueblo egipcio toma las calles
alentado por el ejemplo tunecino. Se ha vencido al miedo, se alza la
voz y se lucha por la libertad. La larga historia de resistencia de
los pueblos árabes y africanos se renueva y toma nuevas dimensiones
que trascienden sus fronteras nacionales, y pueden volver a
desestabilizar los esquemas del imperialismo y el sionismo en la
región.

Desde que el joven tunecino Mohamed Bouazizi decidiera inmolarse
detonando el estallido en las calles, la onda expansiva no se detiene.
Los jóvenes egipcios son la energía vital de la actual situación
revolucionaria, son el centro de una nueva vanguardia de lucha que
está surgiendo. Sus aspiraciones y consignas, todavía en posible
evolución, son distintas a las de expresiones anteriores,
nacionalistas e islamistas. Estos motorizan al pueblo egipcio,
fundiendo todas sus expresiones religiosas, políticas, etáreas, de
género y sociales, con el objetivo de derribar al régimen y alcanzar
la libertad.

La confrontación del pueblo movilizado con las fuerzas de la Guardia
de Seguridad ya ha superado los 300 muertos, un millar de heridos y
otro tanto de detenidos, demostrando lo sanguinario que puede ser
Mubarak que no está dispuesto a abandonar el poder.

Aunque la prensa y el gobierno israelí estén alentando al “faraón” a
mayores matanzas, la sociedad egipcia no se detiene y sigue desafiando
en la calle el toque de queda y los tanques. No es para nada casual
que el más firme apoyo que recibe el corrupto régimen sea el de la
autoproclamada “única democracia en Medio Oriente”, es su socio
estratégico desde que el asesinado al-Sadat estableciera en 1977 la
alianza de colaboración para estrangular al heroico pueblo palestino,
como hoy lo sigue demostrando con el cerco sobre la Franja de Gaza.
Israel es muy conciente que el camino a Jerusalén pasa por el triunfo
en las capitales árabes.

La caída de Mubarak no sólo afecta a Israel, sino directamente a los
EE.UU. y los regímenes que apoya, así también pueden llegar a sentirse
repercusiones entre la gran masa de inmigrantes marginados, magrebíes,
árabes y africanos que habitan suelo europeo. Egipto fue y es una
pieza central para el esquema estadounidense, los servicios de
inteligencia y las cárceles egipcias cumplieron un papel fundamental
en la “lucha contra el terrorismo”, es por ello que este país es el
segundo destino de la ayuda exterior estadounidense (después de
Israel). Desde Washington están buscando desesperadamente, con una
retórica hipócrita, una “transición ordenada”, un posible recambio que
permita continuar con lo esencial del régimen. La sensación de fracaso
y frustración provocada por el “buen alumno del FMI” con sus planes de
austeridad, privatizaciones y aumento del desempleo y de los
alimentos, y que es parte del trasfondo que ha llevado a los jóvenes a
la revuelta, no podrá ser superada fácilmente por una salida que se
atenga a las pretensiones de la diplomacia estadounidense.

El presente levantamiento se enfrenta a una deuda histórica de los
procesos de descolonización, de los nacionalismos que alcanzaron la
independencia pero han reproducido, dentro del marco de los
Estados-nación y bajo la tutela de las metrópolis, las formas de
explotación y dominación sobre las clases subalternas.

Desde nuestras tierras deberíamos hacer crecer un movimiento de
solidaridad con la lucha popular expresada en las calles por los
jóvenes y el pueblo egipcio, que han logrado autoconvocar la Huelga
General que paralizó todas las ciudades más importantes del país y
también han formado grupos de autodefensa. Desde una Latinoamérica que
ha sufrido dictaduras sangrientas, con nuevos y recientes intentos,
intromisión imperialista y planes neoliberales, pero también, y sobre
todo, que ha sabido combatir para abrir caminos de liberación, hoy más
que nunca tenemos que sentir esta lucha como parte de las nuestras.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante
una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
publicarlo en otras fuentes.


Egipto al borde del baño de sangre

Publicado el 4 Febrero 2011 en Especiales, Opinión, Política

Por Thierry Meyssan

Los grandes medios de difusión se apasionan por las manifestaciones
egipcias y predicen la llegada de la democracia occidental a todo el
Medio Oriente. Thierry Meyssan desmiente esa interpretación, señala la
existencia de fuerzas opuestas en pleno movimiento y precisa que el
resultado va en sentido contrario del orden estadounidense en la
región.


Desde Beirut (Líbano)

Hace una semana que los medios de prensa occidentales vienen
haciéndose eco de las manifestaciones y de la represión en marcha en
las grandes ciudades egipcias. Esos medios establecen un paralelismo
entre estos hechos y los que desembocaron en la caída de Zine
el-Abidine Ben Ali, en Túnez, y hablan de un aire de rebelión que
recorre el mundo árabe.

También según esos medios, este movimiento puede extenderse a Libia y
a Siria y debe beneficiar a los demócratas laicos, no a los
islamistas, según dicen, porque la administración Bush sobreestimó la
influencia de los religiosos y el «régimen de los ayatolas» que reina
en Irán no es bien visto. Se cumpliría así el deseo expresado por el
presidente estadounidense Barack Obama en la universidad del Cairo: la
democracia reinará en el Medio Oriente.

Este análisis es falso en todos sus aspectos.

En primer lugar, las manifestaciones de Egipto comenzaron hace meses.
Los medios de prensa occidentales no les prestaban atención porque
pensaban que no llegarían a nada. Los tunecinos no contagiaron a los
egipcios sino que les abrieron los ojos a los occidentales sobre lo
que está sucediente en la región.

En segundo lugar, los tunecinos se rebelaron contra un gobierno y una
administración corruptos que poco a poco comenzaron a expoliar a toda
la sociedad, privando así de toda esperanza a un número cada vez mayor
de categorías sociales. La rebelión egipcia no está dirigida contra
ese modo de explotación sino contra un gobierno y una administración
que están tan ocupados en servir a los intereses extranjeros que no
les queda energía para responder a las necesidades básicas de su
propia población. Numerosos motines se han producido en Egipto durante
los últimos años, ya sea contra la colaboración con el sionismo o
provocados por el hambre. Estos dos temas están íntimamente
vinculados. Los manifestantes se refieren simultáneamente a los
acuerdos de Camp David, el bloqueo contra Gaza, los derechos de Egipto
sobre las aguas del Nilo, la división de Sudán, la crisis de la
vivienda, el desempleo, la injusticia y la pobreza.

Además, Túnez era administrado por una dictadura policial, mientras
que Egipto es administrado por un régimen militar. Digo
«administrado», y no «gobernado», porque en ambos casos se trata de
Estados que se encuentran una bajo tutela postcolonial, privados de
política exterior y de defensa independiente. Como consecuencia, en
Túnez, el ejército logró interponerse entre el pueblo y la policía del
dictador, mientras que en Egipto la cuestión tendrá que resolverse a
golpe de fusil automático entre militares.

En tercer lugar, si lo que está sucediendo en Túnez y en Egipto
constituye un estímulo para los pueblos oprimidos, la realidad es que
esos pueblos no son los que los medios occidentales se imaginan. Para
los periodistas de esos medios, los “malos” son los gobiernos que se
oponen -o que parecen oponerse- a la política occidental. Sin embargo,
para los pueblos, los tiranos son quienes los explotan y los humillan.
Es por eso que no creo que veamos revueltas similares en Damasco. El
gobierno de Bachar el-Assad es el orgullo de los sirios. Se ha puesto
del lado de la resistencia y ha sabido preservar sus intereses
nacionales sin ceder nunca ante las presiones. Lo más importante es
que ha sabido proteger a su país del destino que Washington le
reservaba: el caos, como en Irak, o el despotismo religioso, como en
Arabia Saudita. Aunque ciertos aspectos de su administración son muy
criticados, está desarrollando una burguesía y los procesos de
decisión democrática que la acompañan. Por el contrario, Estados como
Jordania y Yemen son inestables, en lo que concierne al mundo árabe, y
el contagio puede extenderse también al África negra, por ejemplo, a
Senegal.

En cuarto lugar, los medios de difusión occidentales están
descubriendo tardíamente que el peligro islamista no es más que un
espantapájaros. También deberían admitir que quienes lo activaron
fueron los Estados Unidos de Clinton y la Francia de Mitterrand,
durante los años 1990 en Argelia, y que la administración Bush lo
infló después de los atentados del 11 de septiembre, mientras que los
gobiernos neoconservadores europeos de Blair, Merkel y Sarkozy se
dedicaban a alimentarlo.

Tendrían que reconocer además que nada tienen en común el wahabismo
saudita y la Revolución islámica del ayatola Khomeiny. Calificar a
ambas tendencias de «islamistas» no sólo es simplemente absurdo, sino
que equivale a prohibirse a sí mismo la comprensión de lo que está
pasando.

La familia Saud ha financiado, en contubernio con Estados Unidos, a
grupos sectarios musulmanes que predican un regreso a la imagen que
ellos tienen de la sociedad del siglo VII, la época del profeta
Mahoma. Pero su impacto en el mundo árabe es similar al de los amish,
con sus carretas de caballos, en Estados Unidos.
La Revolución de Khomeiny no tiene como objetivo la instauración de
una sociedad religiosa perfecta, sino el derrocamiento del sistema de
dominación mundial. Afirma que la acción política es para el hombre un
medio de sacrificarse y de superarse a sí mismo y que es por lo tanto
posible encontrar en el Islam la energía que se necesita para lograr
el cambio.

Los pueblos del Medio Oriente no aspiran a reemplazar las dictaduras
policiales o militares que los oprimen por dictaduras religiosas. No
existe un peligro islamista. Simultáneamente, el ideal revolucionario
islámico, que ya dio lugar al nacimiento del Hezbollah en el seno de
la comunidad chiíta libanesa, está influenciando ahora al Hamas en la
comunidad sunnita palestina. También puede ser capaz de desempeñar un
papel en los movimientos que ya se encuentran en marcha, y ya lo está
haciendo en Egipto.

En quinto lugar, aunque no sea del agrado de ciertos observadores, y
aunque estamos asistiendo a un regreso de la cuestión social, no se
puede reducir este movimiento a una simple lucha de clases. Por
supuesto, las clases dominantes tienen miedo de las revoluciones
populares, pero las cosas son mucho más complicadas. Así que no tiene
nada de sorprendente que el rey Abdullah de Arabia Saudita haya
telefoneado al presidente Obama para pedirle que pare el desorden en
Egipto y que proteja a los gobiernos ya establecidos en la región,
sobre todo el suyo. Pero ese mismo rey Abdullah acaba de favorecer un
cambio de régimen en el Líbano a través de la vía democrática.
Abandonó al millonario líbano-saudita Saad Hariri y ayudó a la
coalición del 8 de Marzo, incluyendo al Hezbollah, a poner en su lugar
como primer ministro a otro millonario líbano-saudita, Najib Mikati.
Los diputados que habían elegido a Hariri representaban al 45% del
electorado libanés, mientras que Mikati acaba de ser electo por
parlamentarios que representan al 70% del electorado. Hariri respondía
a los intereses de París y de Washington, mientras que Mikati anuncia
una política de apoyo a la resistencia nacional. La cuestión de la
lucha contra el proyecto sionista es en la actualidad
extraordinariamente determinante en relación con los intereses de
clase. Además, más que la repartición de la riqueza, los manifestantes
protestan contra el sistema capitalista seudoliberal impuesto por los
sionistas.

En sexto lugar, y volviendo al caso de Egipto, los medios occidentales
se precipitaron a aupar a Mohamed ElBaradej, nombrándolo como líder de
la oposición. Esto da risa. El señor ElBaradej es una personalidad que
goza de una agradable reputación en Europa por haber resistido por
algún tiempo a las presiones de la administración, sin oponerse a ella
completamente. Representa por lo tanto la buena conciencia que
pretende tener ante Irak la Europa que, después de oponerse a la
guerra, acabó apoyando la ocupación. Sin embargo, objetivamente,
ElBaradej es el hombre de los paños tibios al que le dieron el premio
Nóbel de la Paz para no dárselo a Hans Blix. Se trata, sobre todo, de
una personalidad sin influencia en su propio país. Existe
políticamente porque los Hermanos Musulmanes lo convirtieron en su
vocero ante los medios occidentales.

Estados Unidos ha fabricado opositores más representativos, como Ayman
Nur, que Washington seguramente no tardará en sacar del sombrero,
aunque sus posiciones a favor del seudoliberalismo económico lo
descalifican ante la crisis social que está atravesando el país.
Como quiera que sea, en realidad sólo existen dos organizaciones de
masas, implantadas en la población, que se oponen desde hace mucho a
la política actual: los Hermanos Musulmanes por un lado y la iglesia
cristiana de los coptos por el otro (aunque S. B. Chenudda III ve una
diferencia entre la política sionista de Mubarak, a la que él se
opone, y el rais, al que él se adapta). A los medios occidentales se
les escapa ese detalle porque les han hecho creer al público que eran
los musulmanes quienes perseguían a los coptos, cuando en realidad es
la dictadura de Mubarak quien lo hace.

No resulta inútil hacer un paréntesis en este punto. Hosni Mubarak
acaba de nombrar vicepresidente a Omar Suleiman, un gesto que busca
evidentemente hacer más difícil su posible eliminación física por
parte de Estados Unidos. Mubarak se convirtió en presidente porque
había sido designado vicepresidente y Estados Unidos eliminó al
presidente Annuar el-Sadat a través del grupo de Ayman al-Zawahiri.
Así que Mubarak se negó siempre a designar un vicepresidente por temor
a ser asesinado a su vez. Al designar al general Suleiman, Mubarak
escoge ahora a uno de sus cómplices, el mismo con quien él se manchó
las manos en la sangre de el-Sadat. En lo adelante, para tomar el
poder, no bastará con matar al presidente sino que habrá que ejecutar
también a su vicepresidente. Pero Omar Suleiman es el principal
artífice de la colaboración con Israel, así que Washington y Londres
van a protegerlo como la niña de sus ojos.

Además, Suleiman puede apoyarse en el ejército israelí frente a la
Casa Blanca. Y ya trajo francotiradores y equipamiento israelíes que
se encuentran listos para abatir a los elementos más activos durante
las manifestaciones callejeras.

En séptimo lugar, la situación revela las contradicciones de la
administración estadounidense. En su discurso de la universidad del
Cairo, Barack Obama tendió la mano a los musulmanes y exhortó a la
democracia. Pero ahora hará lo que sea para impedir elecciones
democráticas en Egipto. Él puede tolerar un gobierno legítimo en
Túnez, pero no en Egipto. Unas elecciones beneficiarían a los Hermanos
Musulmanes y a los coptos. De ellas saldría un gobierno que abriría la
frontera con Gaza y que liberaría al millón de personas allí
encerradas. Los palestinos, con el apoyo de sus vecinos, el Líbano,
Siria y Egipto, romperían el yugo sionista.

Hay que señalar aquí que durante los dos últimos años, estrategas
israelíes han analizado la posibilidad de orquestar una maniobra.
Considerando que Egipto es una bomba social, que la revolución es allí
inevitable, han estudiado la posibilidad de favorecer un golpe de
Estado militar a favor de un oficial ambicioso e incompetente. Este
último emprendería entonces una guerra contra Israel y fracasaría en
ella. Tel Aviv recuperaría así su antiguo prestigio militar y
recuperaría también el monte Sinaí y sus riquezas naturales. Se sabe
que Washington se opone resueltamente a ese escenario, demasiado
difícil de controlar.

En definitiva, el Imperio anglosajón sigue anclado a los principios
que él mismo fijó en 1945: es favorable a las democracias que toman
«la decisión correcta» (la del servilismo) y se opone a los pueblos
que toman «la mala» (la de la independencia).
Por consiguiente, si les parece necesario, Washington y Londres no
tendrán reparos en apoyar un baño de sangre en Egipto, con tal de que
el militar que salga ganador sobre los demás se comprometa a mantener
el statu quo internacional.

URL del artículo :
http://www.cubadebate.cu/opinion/2011/02/04/egipto-al-borde-del-bano-de-sangre/

ROMPIENDO SILENCIOS / 10

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jueves, 3 de febrero de 2011

GENUFLEXIÓN


Instructivo:

La espalda debe ocultar el filo de las vértebras

No debe crear pliegues en las mangas

La mirada debe ser la de un pobre perro hambriento

El perro hambriento debe aparentar ser lobo.

El lobo debe aguantarse el gemido

El gemido no debe provocar baba

La espalda debe tener la curva de los templos vacíos

Las manos deben rebosar de lana

Suave la lana

Suave el incorporarse

suave

sin manchar la alfombra.

Please.


--
Publicado por Fabricio Estrada para Bitácora del Párvulo
 
NOTA DE palabraenllamas:
Aplícase el instructivo a personajes de varia especie,
desde presidentes de facto hasta jurados de Juegos Florales.

ROMPIENDO SILENCIOS / 9

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ROMPIENDO SILENCIOS / 8

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EL ESTADO DE HONDURAS PRETENDE IMPULSAR EL CIERRE DE LAS RADIOS COMUNITARIAS




Como parte de la campaña existente en Honduras en contra de las radios comunitarias, el pasado lunes 31 de enero se hizo público el anuncio de una "consulta" promovida por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL), para supuestamente suspender el otorgamiento de permisos y licencias de frecuencias radioeléctricas destinadas a la operación de estaciones de baja potencia (1).

Según informaciones vertidas por el periódico "La Tribuna", la actual administración de CONATEL, señala que existe un alto grado de saturación en la ocupación del espectro radioeléctrico dentro de la banda 88 - 108 Mhz.

Sin embargo el trasfondo de la "consulta" impulsada por CONATEL es más político que técnico, ya que realmente no existe una saturación del espectro radioeléctrico. El trasfondo radica en el monopolio de la elite de poder hondureña en cuanto a la propiedad de los medios de comunicación.

Las radios comunitarias que hay en el país han sido uno de los pocos medios con que cuentan los pueblos indígenas y comunidades campesinas, especialmente durante y después del golpe de estado, para recibir información no adulterada por los intereses de los señores feudales.

Como es de conocimiento publico, el golpe de estado en Honduras además de haber sido fraguado por los intereses imperiales de los Estados Unidos, contó con el apoyo e instigación de los medios de comunicación locales, quienes prácticamente en su totalidad iniciaron la defenestración del ex-presidente Manuel Zelaya a los pocos meses de haberse instalado su gobierno.

Es bastante curioso que CONATEL inicie una consulta respecto a las radios comunitarias, cuando se ha venido denunciando el acoso que padecen las emisoras comunitarias y su personal. La radio Faluma Bimetu - pionera de las radios comunitarias en el país, la que cuenta con quince años de haber sido fundada - fue incendiada en enero del año pasado y este año se vio obligada a cerrar temporalmente ante las múltiples amenazas recibidas; mientras La Voz de Zacate Grande, ha sufrido amenazas de demolición y sus reporteras golpeadas además de proseguidas por el Ministerio Público.

Honduras es un país secuestrado por una pequeña elite de poder, totalmente adscrita a la esfera de influencia de los Estados Unidos. Los medios de comunicación se destacan por su habilidad para la distorsión de la información y la fabricación de consenso. La prensa escrita, especialmente los periódicos de Jorge Larach Canahuati se ha encargado antes y después del golpe de estado de sembrar el odio, y confundir a un pueblo con un grado mínimo de educación.

La Consulta impulsada por CONATEL es vía correo electrónico, siendo este tipo de iniciativa una novedad en Honuras, que no deja de ser elitista; teniendo en cuenta que menos del 10% de la población son usuarios de la internet (2) y su uso es casi inexistente en las comunidades poseedoras de radios comunitarias.

Para las comunidades indígenas y campesinas, la acción emprendida por CONATEL es una violación a la Convención Interamericana de Derechos Humanos, la cual en su artículo 13. 3 señala: " No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones".

A pesar de lo estipulado por la Convención, el Estado de Honduras por intermedio de CONATEL restringe el derecho de expresión, situación que se da no sólo en el caso de las radios comunitarias, dado que los oligopolios de la información se han convertido en una amenaza para la democracia.

En el caso específico del pueblo Garífuna, quienes fuimos nominados como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la UNESCO en el año 2001, hemos sufrido una persistente campaña de homogeneización cultural promovida por los medios de comunicación imperante; siendo las radios comunitarias balbuceos para evitar la perdida de nuestro idioma y tradiciones.

El acoso a Faluma Bimetu y la Voz de Zacate Grande, es producto de la resistencia que presentan a señores feudales tales como Miguel Facusse - el palmero de la muerte- y David Zaccaro -mascara de los empresarios turísticos asociados a Bahía de Tela - los que ven las radios comunitarias como obstáculos para crear el éxodo de las comunidades locales y convertir nuestras tierras en proyectos turísticos.

Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH

La Ceiba 2 de Febrero del 2011

EGIPCIOS PIDEN CONSTITUYENTE PARA REFUNDAR EL PAÍS


El Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Venezuela (PCV), Carolus Wimmer, denuncia conspiración de Israel, EEUU y sus aliados europeos para aplastar auténtica revolución popular en Egipto e imponer otro gobierno proimperialista

Caracas,02/02/01. Modaira Rubio/Especial FDA.-

“En estos momentos, el pueblo egipcio clama por un cambio radical en su sociedad. Los comunistas se han hecho eco de esa exigencia y han pedido en un comunicado la convocatoria no a una simple elección presidencial, sino a una Asamblea Constituyente para refundar al país con una nueva Carta Magna y por ello, EEUU, Israel y sus aliados de la Europa capitalista, quieren aplastar la verdadera revolución en Egipto. Eso no podemos permitirlo los revolucionarios del mundo, tenemos que solidarizarnos hoy más que nunca con las luchas de nuestros hermanos árabes”, expresó el diputado Carolus Wimmer, Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Venezuela (PCV), al advertir sobre el complot mediático para minimizar la rebelión popular en El Cairo.

“Tenemos que denunciar que hay peligro de que una legítima revolución progresista que se  está produciendo, esté siendo diluida por los medios en complicidad con la burguesía apátrida. Es falso que se trate de la mal llamada “sociedad civil”, que salió a las calles convocada por las redes sociales. Los trabajadores y trabajadores lideran las manifestaciones y piden una constituyente y una transformación social en Egipto”, explicó.

“Definitivamente, ni CNN, ni la BBC, ni ninguna trasnacional de la comunicación muestra ni comenta lo que está haciendo la clase obrera en Egipto; sólo mencionan a los líderes de una supuesta transición, que no se sabe si cuentan con el apoyo popular, para imponer mediáticamente  un gobierno proimperilista que defienda los intereses de la burguesía”, advirtió el parlamentario comunista.

“Los medios silencian la participación de sectores revolucionarios; por ejemplo, no se ha dicho  que los sindicatos y el movimiento obrero han paralizado las fábricas y la producción, pese a la represión, y se han puesto a la vanguardia de una verdadera rebelión popular”, destacó.

“Sabemos que el Partido Comunista de Egipto (CPEgypt), exigió no sólo la salida de Mubarak sino que pide un cambio legítimo que sólo será posible con el establecimiento de un consejo de gobierno conformado por todas las fuerzas progresistas que tengan el respaldo del pueblo”, indicó.

El CPEgypt ha señalado en un documento oficial de su Buró Político,  que el nuevo gobierno debe satisfacer las demandas sociales y económicas  de la ciudadanía, sumergida en la miseria por un régimen opresor y corrupto, y enjuiciar a los saqueadores de las riquezas de Egipto. Entre ellos, a Hosni Mubarak, cuya fortuna personal es calculada en 40 mil millones de dólares, según el diario alemán  Suddeustche Zeitung. También solicita juicio a los asesinos, genocidas y torturadores que ha reprimido las manifestaciones civiles.

Obama es cómplice

Para Wimmer, el discurso del presidente estadounidense Barack Obama es una prueba incuestionable del respaldo de la Casa Blanca a la clase política dominarte en Egipto, que sólo pretende dar continuidad a la era Mubarak. “La complicidad de Obama ayer fue evidente. No cuestionó al régimen de Mubarak,  que  sumió a los egipcios en la más profunda miseria, con un 30% de desempleo, sino que pidió una “transición pacífica” sin condiciones  para desmontar la revolución en marcha”, destacó.

 Peligro de Invasión

 De igual modo, Wimmer resalta el peligro de una intervención militar extranjera, si sectores progresistas de las fuerzas armadas se colocan al lado del pueblo. “De seguro tratarán de aplicar la doctrina de la guerra preventiva y la tesis del Estado fallido para justificar invasiones como en Haití y en buena parte de África y el espacio postsoviético. Israel hace presión diplomática para que sus aliados no se pronuncien contra Mubarak. Ya la cancillera alemana Angela Merkel ofreció respaldo a  Tel Aviv ante una posible  “inestabilidad” en la región”. Las potencias protegerán los intereses hegemónicos de Israel en el Medio Oriente y evitarán a toda costa  la constitución de un gobierno progresista. El llamado es a sumarnos a la defensa de la legítima lucha del pueblo egipcio por su liberación nacional”, concluyó.

miércoles, 2 de febrero de 2011

PODER, REVOLUCIÓN Y ELECCIONES EN HONDURAS


TOMAS ANDINO MENCIA
31 de enero de 2011

1.    PODER Y LUCHA DE CLASES

¿Qué es el Poder?

En la Resistencia hablamos mucho de “tomar el Poder” o “acceder al Poder”. Se ve a este como algo que esta fuera de nosotros, en las “alturas”, y que el movimiento popular debe “alcanzar”. Como veremos, esa idea es errónea.
Una definición sencilla de “Poder” es la siguiente: El Poder es la capacidad efectiva de hacer los cambios que una persona o un grupo de personas desean hacer. 

Como sabemos, Honduras es una sociedad dividida en clases sociales; los burgueses y terratenientes son la clase de los explotadores; mientras que los obreros, campesinos y micro propietarios, son la clase trabajadora. Los explotadores y la clase trabajadora luchan entre si procurando el predominio de sus respectivos intereses. Dan lugar a lo que conocemos como “Lucha de Clases”.

Si aquel concepto de “Poder” lo aplicamos a esta sociedad dividida en clases sociales, el Poder es la capacidad que tiene cada clase social para realizar sus intereses económicos, sociales y políticos por sobre los intereses de otras clases sociales.
La lucha de clases es por tanto una relación de fuerzas entre los poderes de estas clases sociales. En ese sentido, cada una tiene su propio poder y trata que prevalezca sobre las demás. 

El Poder de la burguesía es completo: es político, económico y militar. El Poder de la clase trabajadora es menos desarrollado, pues, por limitaciones que veremos más adelante, se restringe generalmente a la capacidad de lograr ciertas conquistas sociales y a su capacidad de organizar pequeñas empresas de economía social. 


¿”Tomar el Poder” o derrotar el Poder burgués?

Visto de esa forma, el Poder no es algo “neutral” que se puede “tomar”. En ninguna instalación gubernamental hay una silla mágica de donde emanan poderes especiales. La silla presidencial o las butacas de los diputados no tienen poder en sí; los que tienen poder son los que se sientan en ellas y en muchos casos ni estos, sino que el poder lo tiene quien les paga. En ese sentido el Poder es una relación social, no una cosa.

La confusión contenida en la expresión “tomar el poder” viene porque toda clase social tiene sus instrumentos y sus símbolos de dominación, los cuales superficialmente se pueden confundir con el Poder mismo. 

Por ejemplo, en Honduras, en el año 2004, el Bloque Popular se tomó el edificio del Congreso Nacional, uno de los símbolos políticos del poder de la burguesía en Honduras, para impedir la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC); los activistas y dirigentes llegaron a sentarse en las butacas de los diputados, pero a los pocos minutos las fuerzas represivas los sacaron. ¿Habían tomado el poder? No, solo habían tomado un edificio vacío.

La idea de “tomar el poder” es un concepto que viene de la Revolución Francesa, donde la Bastilla, la cárcel donde se torturaba al pueblo, era el principal símbolo del Estado de la nobleza francesa, por lo que la “toma de la Bastilla” se convirtió, a su vez, en el principal símbolo de dicha revolución.

Para la clase dominante es bueno que los explotados se crean el cuento de que deben “aspirar al Poder” porque de esa forma los tiene embelesados con tratar de “conquistarlo”, negándose a sí mismos, como poseedores de su propio Poder.
Por tanto, el Poder de la burguesía no se “toma” sino que se derrota, se somete o se liquida, para que prevalezca el Poder de la clase trabajadora. Pero para esto último la clase trabajadora, debe CONSTRUIR o FORTALECER SU PROPIO PODER, hasta el punto en que pueda derrotar al poder burgués.


El Estado y el poder de la burguesía

¿Cómo hace la clase capitalista o burguesía, que es la minoría de la población, para imponer su Poder sobre las demás clases, que suman la mayoría del Pueblo?  ¿Cómo lo hace?  Lo hace a través del Estado.

El poder de las clases dominantes se ejerce a través de instituciones como los juzgados, la policía, el ejército, los partidos políticos de la burguesía, la administración pública, el parlamento, etc. Todas estas instituciones y las leyes que las rigen, forman un solo cuerpo interrelacionado al cual le llamamos Estado. Todas esas instituciones son instituciones burguesas y por tanto dicho Estado también es burgués. La dominación de la clase explotadora sobre el Pueblo se ejerce, por tanto, a través del Estado burgués

De esto se deduce que el Estado burgués NO es el Estado de la clase trabajadora, ni es neutral. Tiene un claro carácter de clase.

El Estado burgués se sostiene y ejerce su dominio por diversos medios:
1.       Medios ideológicos que legitiman su dominación (la hacen aceptable a los ojos del pueblo), como los medios de comunicación, iglesias, escuelas, a través de los cuales bombardean al Pueblo con mensajes falsos sobre que vivimos en una “democracia” y en un mundo justo.

2.       Medios políticos y jurídicos que legalizan su dominación, como las instituciones del Gobierno (Congreso, Presidencia, Corte Suprema) que nos hacen creer que quienes toman decisiones nos representan.

3.       Medios militares que defienden e imponen físicamente su dominación, como la policía, las Fuerzas Armadas, los paramilitares, con los que nos hacen creer que defienden los intereses de todos.

Estos son los instrumentos a través de los cuales la burguesía mantiene sometida a la mayoría de los pobres.


La Fuentes del Poder burgués

En el capitalismo, que es el sistema que nos rige, el principal interés de los capitalistas es mantener su propiedad sobre los medios que producen la riqueza social (como las fábricas, las agroindustrias, los bancos, los latifundios, los grandes emporios comerciales). Reteniendo esos medios, se apropian de la riqueza que produce la clase trabajadora. A esos medios, los llamaremos “Medios de Producción”. 

Pero además, hay otro elemento que la clase explotadora guarda muy celosamente: la licencia casi exclusiva del uso de las armas por la policía y las Fuerzas Armadas del Estado burgués. 

En consecuencia el Estado Burgués, que materializa el poder de los capitalistas, tiene como principal misión cuidar la propiedad sobre los Medios de Producción y conservar el monopolio en el uso de las armas, porque estos son la fuente de su poder

En el caso del Pueblo, la fuente de nuestro poder es:
1)    Nuestro trabajo, de donde sale la riqueza que se apropian los capitalistas
2)    Nuestro numero mayoritario
3)    Nuestra organización
4)    Nuestra movilización

5)    Nuestras iniciativas económicas
Para construir nuestro Poder, debemos fortalecer estas expresiones del Pueblo.

Si la clase trabajadora utilizara ese Poder al 100%, en poco tiempo pondría de rodillas al capitalismo, pues la existencia de este depende del fruto del trabajo de los obreros(as), campesinos(as) y micro empresarios. Pero ese tipo de rebelión popular generalmente no sucede. ¿Por qué?

A diferencia de la burguesía, la mayoría de los explotados y oprimidos no son conscientes de que son explotados, ni son conscientes del Poder que tienen, debido a que predomina en su cabeza la ideología de la clase dominante.

Muchísimas personas explotadas creen que viven en el mejor mundo, o creen que deben sufrir en este para recibir el premio eterno en el otro mundo. Cuando los explotados piensan así, los medios ideológicos de la burguesía están haciendo bien su trabajo.

No hay peor dominación que aquella en la que el dominado está “convencido” de que tal subyugación es lo mejor que le puede suceder. 

Por eso, el elemento decisivo para que el Poder de la clase trabajadora pase de ese estado de latencia o potencia a un estado de acción, es que esta logre una conciencia revolucionaria. Una vez lograda, el Pueblo busca hacerse de los medios para construir su poder en lo político, en lo económico y en lo militar para acabar con la injusticia social, y entonces los días del sistema están contados.



2.    COMO DERROTAR EL PODER DE LA BURGUESIA

Las tres tareas estratégicas de una Revolución popular

En base a lo anterior, podemos decir que para lograr el triunfo de la causa del Pueblo, lo que hay que hacer no es “tomar” el Estado del enemigo sino cumplir tres tareas estratégicas;
1)    Destruir al Estado Burgués mediante una Revolución;
2)    Construir nuestro propio Estado popular.
3)    Expropiar la fuente del poder burgués que es la propiedad privada sobre los medios de producción y el monopolio de las armas.

Estas son las tres tareas estratégicas de una Revolución Popular con respecto al Poder. Sin realizar esas tres tareas no se puede lograr la sociedad que soñamos.

¿Qué es una Revolución?
Una Revolución es un cambio radical, masivo, rápido e integral que transforma una sociedad desde sus cimientos, en un periodo histórico relativamente corto y con la participación masiva del Pueblo.
¿Qué hace una Revolución?
 Elimina el Estado de la clase dominante y lo sustituye por uno nuevo para desde ahí hacer las transformaciones económicas, sociales y políticas. Por ejemplo, cambia la Constitución, disuelve o reorganiza al ejército, crear nuevas instituciones que defiendan los intereses el Pueblo y no de los ricos, establece nuevas reglas que afectan los intereses abusivos de los explotadores para beneficiar a los explotados, distribuye la riqueza a todo el pueblo y otras medidas por el estilo.
Para ese tipo de cambios se necesita una Asamblea Nacional Constituyente, que vuelva a fundar el Estado (de ahí la palabra “refundar”) para beneficio del Pueblo.
En ninguna parte del mundo se ha llegado a una Nueva Sociedad conservando el mismo Estado de la clase burguesa, y ninguna revolución ha derrotado de manera definitiva al poder burgués si no le expropia los Medios de Producción ni neutraliza a su fuerza militar.

De lo anterior se deduce que al Estado de la burguesía no se le puede transformar “desde dentro” para convertirlo en un Estado Popular, porque todo Estado burgués está diseñado, está programado, de arriba abajo, para defender los intereses de la burguesía, y esta nunca permitirá que se utilice su Estado contra ella misma. 

La experiencia nos demuestra que la clase capitalista prefiere sacrificar su forma de gobierno, mediante un golpe de Estado, antes que permitir que el Pueblo lo utilice en su contra.


¿Tener el Gobierno de un Estado burgués es tener el Poder?

Es frecuente entre los revolucionarios y revolucionarias creer que logrando el Gobierno de un país mediante elecciones, se ha logrado el Poder del Estado, cuando en realidad no es así.

En las secciones precedentes comprendimos que el Gobierno es solo una parte del poder del Estado; de hecho la institución del poder estatal burgués mas importante no es la administración pública, sino la institución armada, tanto el ejército como la policía, sin los cuales ningún gobierno podría sostenerse. 

Por eso el peor error que un movimiento popular como la Resistencia puede cometer es confiar que tiene el Poder que necesita para hacer los cambios, sin antes haber desmantelado al ejército de la burguesía, el cual está dispuesto a saltar sobre nosotros en el momento que la oligarquía o el gobierno norteamericano lo crean conveniente. 

Como es de dominio público, ese fue el error que cometió el Presidente Salvador Allende en Chile en 1973, y el mismo error cometió en Honduras el Presidente Manuel Zelaya Rosales en 2009, quienes fueron derrocados por militares en los que confiaron casi a ciegas, pero que estaban programados para obedecer directrices de la oligarquía y del imperio. 

Por tanto, aunque la Resistencia “accediera” al Gobierno del país, no tendrá el poder del Estado si no destrona el resto de las instituciones burguesas, especialmente a las Fuerzas Armadas, y mientras no le arrebate su fuente de poder a la burguesía: la propiedad privada sobre los grandes medios de producción.


¿Qué pasa cuando no se realizan las tres tareas estratégicas? 

Si revisamos la historia latinoamericana del siglo XX, con excepción de Cuba --que si cumplió con esas tres tareas claves-- las demás experiencias donde fuerzas políticas progresistas intentaron construir una nueva sociedad utilizando el mismo Estado oligárquico y respetando la propiedad capitalista, fracasaron. Esto lo podemos ver en la experiencia de Jacobo Arbenz en Guatemala (1954), la experiencia de Salvador Allende en Chile (1973) y por supuesto, la experiencia de Manuel Zelaya Rosales (2009); en todas, los Presidentes reformistas fueron derrocado por sus respectivos ejércitos, mismos que juraron defender el orden constitucional.

En otros casos, como sucedió con la revolución sandinista de 1979, la insurrección popular destruyo el Estado de la burguesía, pero el sandinismo en el gobierno no expropio el poder económico de aquella, y además, volvió a construir un Estado burgués en obediencia a los Acuerdos de Esquipulas II. La consecuencia fue que esa revolución fue retrocedida por los siguientes tres gobiernos de derecha (1990-2008) que siguieron al gobierno del FSLN, teniendo hoy como resultado que Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre de Latinoamérica.[1]
 
Este principio se aplica también a las experiencias de América del Sur. En Venezuela, Bolivia y Ecuador sus gobiernos han decidido no desmantelar el Estado de la burguesía sino reformarlo para llevar muchos beneficios al Pueblo (es lo que se conoce como “Socialismo del Siglo XXI”). Pero a pesar de que han tenido un importante éxito, sostenido principalmente por sus enormes recursos petroleros y de gas natural –que no los tiene cualquier país--, esas revoluciones seguirán estando amenazadas “desde dentro” porque no han tomado la decisión de afectar la propiedad privada de la burguesía, que es la fuente de poder que mantiene viva a la contrarrevolución. 

El avance electoral de la derecha en Venezuela, las intentonas golpistas en Ecuador y en Bolivia ocurridas en 2009 y 2010 demuestran que la burguesía sigue utilizando su poder económico y su influencia en algunas instituciones del Estado burgués para recuperar el Gobierno, en alianza con el Estado norteamericano. 

Incluso hay otro peligro aun mayor, y es que por tratar de conservarse con las reglas del Estado burgués, algunos gobiernos progresistas terminen aplicando las recetas neoliberales de los organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial.[2]

Como vimos, solo Cuba logro llegar a una nueva sociedad porque destruyo el Estado de los capitalistas, construyo su propio Estado socialista y expropio a la burguesía, quitándole el poder económico; por tanto, la burguesía cubana en cincuenta años no constituyo un peligro serio para ese proceso revolucionario a lo interno del país. Los problemas que hoy día afectan al sistema socialista cubano tienen un origen externo al sistema, en especial debido a las secuelas del bloqueo que sufrió por medio siglo.



3.    REVOLUCION Y REFORMISMO EN EL FNRP


¿Qué concepción tiene el FNRP sobre el Poder?

En el documento de fundación del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), establecido en la Asamblea Nacional constitutiva del FNRP en febrero 2010, hay elementos que permiten responder a esta pregunta.
Dice el texto, que fue consensuado después de profundos debates:
El FNRP es una organización amplia de lucha política y social, anticapitalista, anti neoliberal, anti oligárquica, anti imperialista, anti patriarcal y anti racista que busca la transformación de las estructuras sociales, políticas, económicas, educativas y de dominación cultural, a través de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, incluyente y popular, que apruebe la primera constitución política hecha por el pueblo para refundar el Estado de Honduras, eliminando las relaciones de dominación y explotación actuales y creando un sistema de justicia social que garantice el bienestar, la libertad,  y dignidad de todas y todos.” (Manifiesto de fundación del FNRP, Febrero 2010)

Resumiendo:

1)    El Frente es “anticapitalista”;
2)    El Frente “busca la transformación de las estructuras sociales, políticas, económicas, educativas y de dominación cultural”;
3)    El Frente busca “Refundar el Estado de Honduras”;
4)    El Frente busca “eliminar las relaciones de dominación  y explotación”; 
5)    El Frente busca “crear un sistema de justicia social…”
6)    La Constituyente  y la nueva Constitución son medios, para lograr esos fines.
Con esta definición el FNRP supera los objetivos que se planteo durante la Primera Etapa de la lucha contra el Golpe de Estado. En aquel momento, nuestras metas se limitaban a: “Restituir al Presidente Zelaya a su cargo”, “Restaurar al orden constitucional” y “Convocar a una Asamblea Constituyente”.
De hecho, las dos primeras tareas de esa primera etapa ya caducaron históricamente, porque se agoto la coyuntura para lograr la restitución del Presidente Zelaya (ahora se plantea su reingreso seguro al país), y por otro lado, la Resistencia ya no está pensando en restaurar el viejo orden sino en crear uno nuevo. Solo queda en pie la idea de la Constituyente.
En pocas palabras, para construir una Nueva Sociedad, el Frente se propone liquidar la Vieja Sociedad, o sea, al Capitalismo. ¿Cómo?  Refundando el Estado “a través” de una Asamblea Constituyente. Esta concepción es congruente con lo que hemos analizado en la sección anterior.
Por tanto el Frente es consciente que para liquidar al Capitalismo los hondureños y hondureñas necesitamos hacer algo más que solo redactar un nuevo texto constitucional. Necesitamos hacer una Revolución.
Pero es aquí precisamente donde comienzan las diferencias con el reformismo.

La ilusión reformista
La palabra “reformismo” viene de la palabra “reforma”, que es equivalente a “mejorar algo”. Reformas son, por ejemplo, hacer “más democrático” el Estado capitalista, aumentar el nivel de vida del pueblo con buenos sistemas de salud y educación, garantizar un empleo digno o aumentar los salarios, pero sin acabar con la explotación. Según los reformistas y las reformistas, todo eso se puede hacer dentro del Capitalismo, porque para ellos y ellas este sistema permitiría cada vez mayores beneficios para el Pueblo.
Según los reformistas, a punta de reformas se podría transformar el capitalismo en una nueva sociedad, sin necesidad de quitarles su riqueza a los grandes capitalistas.
El reformismo plantea que para lograr todo eso, no es necesaria una Revolución; que ese cambio puede hacerse utilizando al mismo Estado de la burguesía, bajo el supuesto de que los capitalistas nos dejaran gobernar para quitarles sus ganancias. Es algo así como hacer cambios hasta donde los ricos se estiren.
El politólogo reformista hondureño, Sergio Suazo (2010), lo dice con toda claridad:
“Cuando se piensa en un Frente para el cambio social, en condiciones como las de la sociedad hondureña, en mi criterio, debe prevalecer la lógica de la razón reformista porque ¨no hay revoluciones a la vista, entonces se impone la razón reformadora. La alternativa ya no es enfrentar al sistema para sustituirlo, sino enfrentarlo para modificarlo hasta transformarlo¨”. (Suazo, Sergio: “Frente Amplio, Mas cerca de la Luna que de la Tierra”.- Subrayado es mío)
¿”Modificarlo hasta transformarlo”? ¿Es eso posible en Honduras? El Golpe de Estado del 28 de junio de 2009 demostró que NO es posible, que todo eso es una ilusión.
Por eso en el documento fundacional del FNRP no aparece nada que signifique “modificar” al actual sistema capitalista, ni nada que implique restituir el anterior orden político-institucional del Estado, construido por la oligarquía. Por el contrario, se perfila a la Resistencia como un movimiento que busca una ruptura definitiva y radical con el pasado. En tal sentido la Resistencia es un movimiento revolucionario, no un movimiento reformista.
Por tanto, la ideología de los y las reformistas es contraria a la decisión estratégica adoptada por la Resistencia en su Asamblea de Febrero de 2010.


¿Qué tipo de Revolución necesitamos?
Un defecto de la definición que aprobó el FNRP, citada líneas atrás, es que deja las cosas a medias. Aunque dice claramente que la Resistencia pretende una ruptura con el actual sistema capitalista, no define cual es el sistema o modelo de economía, sociedad y de Estado que propone para sustituirlo.
En respuesta a esa deficiencia, en el bloque refundacional sostenemos que esa Revolución debe ser SOCIALISTA.
¿Qué es el Socialismo? Es la sociedad donde la riqueza es producida y distribuida socialmente, contraria al capitalismo donde la producción es social pero la distribución es privada. En el Socialismo, el centro del sistema es la persona humana y sus necesidades sociales, no la ganancia como en el capitalismo.
¿Qué es una “Revolución Socialista”?  Es una revolución que recupera los grandes Medios de Producción, como las fabricas, los latifundios, los bancos, los grandes comercios o empresas de servicios públicos, hoy en manos de la oligarquía burguesa-terrateniente, para pasarlos a manos del Pueblo. Una vez en sus manos, el Estado revolucionario distribuye equitativamente la riqueza a toda la sociedad y progresivamente extingue todas las formas de opresión que el capitalismo incuba en su seno, como el patriarcado, el racismo, el adultismo y otras similares.
Es por esta razón que en el Encuentro realizado en La Esperanza, Intibucá, el 18 y 19 de diciembre 2010 la corriente refundacional propuso que el objetivo de la Resistencia debería ser “construir Poder Popular para derrocar el régimen oligárquico capitalista y refundar el Estado y la Sociedad hondureña en la vía del Socialismo.”

4.         LAS ELECCIONES Y SUS PERSPECTIVAS EN LA COYUNTURA ACTUAL

¿Cómo un movimiento popular como el FNRP puede derrotar el poder de la burguesía y lograr un Gobierno Revolucionario que inicie el proceso de cambios en el país?

Hasta ahora, en la Resistencia se le ha dado dos respuestas a esta pregunta: Un sector del Frente propone que esto se lograra participando a través de un “Frente Amplio” en el próximo proceso electoral que convocara la oligarquía, y otro sector proponemos alimentar un proceso de acumulación de fuerzas que nos conduzca a una insurrección popular y a la Auto Convocatoria de la Asamblea Constituyente.


Estrategia y táctica

Para resolver el dilema es necesario distinguir entre Estrategia y Táctica.
Como dijimos atrás, la Estrategia básica de toda Revolución es: 1) Derrocar al Estado Burgués; 2) Construir nuestro propio Estado popular; y,  3) Expropiar la fuente del poder burgués que es la propiedad privada sobre los medios de producción.
Si estas son las tareas estratégicas, los pasos concretos que adoptemos para lograrlas serán las tareas tácticas. Estas últimas no se definen “al molote” sino que debe respetarse algunos criterios.

Las reglas que debe seguir toda táctica son básicamente las siguientes:
1.       SIEMPRE la táctica debe facilitar el cumplimiento de las tareas estratégicas y NUNCA debe obstaculizarlas, de lo contrario es una mala táctica.
2.       La táctica debe contribuir a desbalancear la relación de fuerzas a favor del movimiento popular, fortaleciendo su consciencia, su disposición para la lucha y sus expresiones de poder.
3.       La táctica debe contribuir a neutralizar, debilitar y derrotar al enemigo.

Toda táctica se define tomando en cuenta lo siguiente:
1.       Nuestros objetivos estratégicos;
2.       Las condiciones del contexto en que se desarrolla la lucha de clases;
3.       La situación de nuestro movimiento en relación a nuestro enemigo (“relación de fuerzas”); y
4.       La Estrategia del enemigo.

En ese camino, ninguna táctica es despreciable: Movilizaciones, huelgas parciales o generales, desobediencia civil pacífica, negociaciones, insurrección popular, lucha electoral,  huelgas de hambre, y otras por el estilo, todas son válidas si se siguen las reglas anteriores.

Algo muy importante: El análisis concreto de la situación determinara cual táctica escoger o cuales combinar para lograr los objetivos estratégicos.


Las elecciones como obsesión reformista 

A diferencia de los revolucionarios, los reformistas son obsesivos en cuanto a que la única manera de lograr la conducción del país, es a través de participar en los procesos electorales que convoca la burguesía. Para ellos, participar en elecciones burguesas no es un asunto de táctica sino de principio. 

Ellos no admiten que se derroque el Estado burgués, sino que abogan porque se le fortalezca, democratizándolo. No apoyan insurrecciones que desestabilizan los gobiernos de la burguesía porque rechazan la violencia política, ni siquiera admiten la autodefensa, aunque el Estado burgués nos trate con violencia. Su objetivo es defender y desarrollar la “institucionalidad” del Estado burgués y no echarla abajo. Por lo anterior, el reformismo es, al largo plazo, una expresión política conservadora del Estatus quo... ¡aunque ilusa!

No es casual que los socialdemócratas, demócratas cristianos y sus variantes, generalmente se les encuentra del lado de quienes defienden el Estado burgués ideal (es decir el “Estado de Derecho” que nos vende la ideología política burguesa) para no tener que derrocarlo. Hacen abstracción de la existencia de las clases sociales para no tener que tomar partido por las clases populares. Y una vez que llegan al gobierno, se comportan como cualquier otro funcionario burgués, olvidándose de hacer las reformas que tocan los intereses de los ricos.


La Estrategia de los revolucionarios para las elecciones en general

Esperar de la oligarquía un espíritu democrático es por regla general tan iluso como esperar que la gran empresa privada democratice sus empresas para que las ganancias sean distribuidas equitativamente entre sus trabajadores(as). 

Estamos claros entonces en que la burguesía no va a rendirse y entregar sus bienes por la vía electoral. En consecuencia, los revolucionarios(as) tenemos objetivos estratégicos respecto a las propias elecciones. Esos objetivos son demostrarle al Pueblo que:
1.       No existe Democracia real para el Pueblo y por tanto que ese no es su Estado y que debe luchar por derrocarlo.
2.       Que los procesos electorales no sirven de nada en el objetivo de construir el Estado que la clase trabajadora necesita; y
3.       Que, a la larga, en esta tarea estratégica es inevitable enrumbarse en la vía de la revolución.

Por tanto, cuando los revolucionarios participamos en elecciones no lo hacemos porque creamos que vamos a “ganar el poder” a través de estas, sino porque nos permite acercarnos al Pueblo para demostrarle que, para derrotar el Poder de la burguesía, es necesario utilizar algo más que medios electorales.

Ese es el análisis estratégico.


Las elecciones como táctica de los revolucionarios

Dicho lo anterior ¿debemos despreciar los procesos electorales en nuestra actividad política? Los revolucionarios decimos: no necesariamente; depende de las circunstancias históricas que rodean a cada proceso electoral en particular

Aunque puede parecer una contradicción, no lo es. Pongamos un ejemplo: Muchos sindicatos son combativos y, cuando de arrancar una conquista se trata, lo primero en que piensan es en hacer un movimiento huelguístico; por supuesto, los revolucionarios estamos de acuerdo con eso. 

Pero en muchas ocasiones, los patrones son hábiles y presentan una cara amable a sus trabajadores y trabajadoras; les permiten opinar, se reúne con ellos y hacen que estos les depositen su confianza. En muchos de esos casos la base no está dispuesta a irse a una huelga, sino que prefieren que negociemos con el patrono “por las buenas”. Desde el punto de vista de un revolucionario eso es una ilusión, ya que sabemos que el patrono busca burlar las aspiraciones de la base. En esos casos, nuestro primer deber es explicar a los compañeros(as) que se trata de una treta y que no debemos confiar sino solo en nuestra lucha. Si a pesar de eso, no convencemos a la base, nuestro deber es acompañar a la clase trabajadora en la negociación, con una actitud beligerante y no claudicante, para desgastar sus ilusiones en la práctica. Así comprenderá mejor por que es necesario irse a la huelga.

De igual manera, el análisis concreto de la realidad es el que nos indica que táctica utilizar.

No podemos desconocer que, en algunos regímenes burgueses, existe cierto juego democrático que la clase dominante tolera para hacer su dominación más potable a sus pueblos, siempre y cuando, por supuesto, no ponga en serio peligro sus intereses estratégicos. 

En esos casos es factible a los revolucionarios utilizar la participación electoral para nuestros fines. Su valor táctico consiste en que los procesos electorales pueden usarse como una tribuna pública para hacer propaganda de las ideas revolucionarias ante las grandes masas populares, para prestigiar los líderes de la clase trabajadora y para crearle “cuñas” de representación en el parlamento y en las alcaldías que dificulten su dominación, pero, sobre todo, para demostrar que el poder real no se alcanza con elecciones.

Ahora bien, utilizar la táctica electoral es un arma de doble filo que implica serios riesgos tanto para el Pueblo que se quiere concientizar como para la organización revolucionaria. 

¿Qué peligros conlleva la participación electoral? Algunos de esos peligros son:
1.       Como las elecciones no son nuestro terreno sino el de la burguesía, esta establece las reglas del juego y tenemos que jugar con estas, lo que aumenta la posibilidad del fracaso y de la frustración.
2.       Las elecciones desvían la atención de las luchas sociales, distrayendo a la clase trabajadora y a sus dirigentes de su actividad, desgastando sus recursos y disminuyendo en estos su combatividad.
3.       Estos procesos se prestan para escenarios de corrupción y cooptación de cuadros del Pueblo por parte de los políticos burgueses, tanto en el proceso electoral en si como en el ejercicio de los cargos públicos.
4.       Los procesos electorales alimentan las ilusiones en el pueblo  acerca de que por esa vía se puede “conquistar el poder”.
5.       En algunos casos los revolucionarios terminan creyéndose el cuento de la democracia burguesa y se acomoden al sistema político, volviéndose reformistas.

Por lo anterior, se requiere que en el análisis de los procesos electorales concretos, se tomen en cuenta esos peligros y además los siguientes requisitos para que tal participación electoral pueda ser vista como una táctica inevitable y valida.

1.       Que existan ilusiones en la mayoría de la población de que solo por esa vía es posible llegar al gobierno del país.
2.       Que exista un juego democrático mínimo que la burguesía esté dispuesta a respetar, expresado a través de una ley electoral con cierta apertura, una tradición de respeto a los resultados electorales, representación en los organismos electorales, etc.;
3.       Que la participación electoral no debilite al movimiento popular, ni desvíe sus luchas cuando estas tienen posibilidades de éxito en la lucha de clases concreta; y,
4.       Que no forme parte de una estrategia extraordinaria del enemigo de clase o del imperio para salvar al Estado burgués ante la posibilidad de una revolución.

No tomar en cuenta estos criterios y aventurarse al apoyo de cualquier proceso electoral, podría alejarnos de nuestros objetivos estratégicos en lugar de contribuir a estos.

¿Reúne estas características el proceso electoral hondureño en la actual coyuntura?


Elecciones Pre Golpe y Post Golpe

En el caso específico de Honduras, podemos distinguir dos momentos distintos. Antes del Golpe de Estado y después del Golpe.

Elecciones antes del Golpe

Desde el año 1997 hasta el año 2009, es decir antes del Golpe, los sucesivos gobiernos de Callejas, Carlos Roberto Reina y Carlos Flores se vieron en la obligación de hacer o tolerar una limitada apertura política a la izquierda, específicamente a las fuerzas aglutinadas en la UD, como resultado de la presión de la insurgencia centroamericana y de los “Acuerdos de Paz” de los años 80s, en una coyuntura promovida por el Departamento de Estado norteamericano. De esa forma la UD fue legalizada por el gobierno de Rafael Leonardo Callejas en 1993.

La oligarquía hondureña termino aceptando esa apertura porque tolerar una reducida representación parlamentaria de la izquierda, que no ponía en peligro al bipartidismo, le daba créditos políticos ante el mundo y ante la misma población, ganando legitimidad el  sistema político. Asimismo, complemento esa decisión con reformas como el voto domiciliar, el voto separado y la representación proporcional, para revitalizar los procesos electorales que eran presa de descredito.
Posteriormente, los cambios políticos en Suramérica y el desgaste progresivo del mecanismo electoral en Honduras, obligaron a la burguesía a hacer una segunda generación de reformas político electorales, para reforzar el desgastado sistema electoral, como el voto con foto y el voto cruzado. 

El siguiente grafico refleja la recuperación que tuvo el sistema electoral en las elecciones de 1997 y 2001 como resultado de  esas reformas. (si no ven el grafico, consultese la version PDF anexa)

 (
Fuente: TSE.
En esas condiciones era muy difícil para los revolucionarios argumentar en contra de las elecciones y nuestro deber era acompañar al pueblo en su experiencia para desgastarlas. De ahí que fue correcto hacerlo a través de un partido como la UD, que en ese entonces era una buena alternativa de izquierda frente al bipartidismo.
Mas a partir del gobierno de Ricardo Maduro la ventana comenzó a cerrarse. Una serie de contrarreformas comenzaron a hacerse con el efecto de disminuir la tolerancia en las voces disidentes y opositoras, no solo de la izquierda sino también del reformismo.[3]

Ese proceso contra-reformista tuvo como consecuencia una disminución del caudal electoral global en los procesos  primarios y generales de 2005 (Ver Gráfico 2)
 (si no ven el grafico, consultese la version PDF anexa)


Fuente: TSE
Esa tendencia también se vio reflejada en el aumento del abstencionismo electoral. Lo muestra la estadística electoral de los últimos cuatro procesos electorales. El abstencionismo en 1997 fue del 27.57 %, en 2001 fue del  33.64 % y en 2005 fue del 49.76%, casi el doble del primero (TSE) 

En otras palabras las elecciones de los últimos seis años marcan una declinación de las ilusiones del pueblo en la democracia burguesa hondureña. Esa declinación se reflejara posteriormente en una crisis de confianza generalizada en las distintas instituciones del Estado burgués. 

El masivo apoyo del pueblo a la histórica huelga de fiscales de 2008 refleja hasta qué punto estaba deteriorada la confianza de la población en sus funcionarios gubernamentales. 

Las Elecciones de Noviembre de 2009

Es sabido que las elecciones de 2009, posteriores al Golpe, fueron un proceso destinado, no a hacer la normal repartición del pastel entre las fuerzas políticas de la burguesía, sino que se constituyeron en la tabla de salvación del régimen golpista de Roberto Micheletti para blanquear el Golpe de Estado. 

En reacción a esto, el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado determino que no podía prestarse a esa maniobra y llamo a la abstención. La Resistencia liberal declaro disciplinarse a esa consigna, aunque era de la opinión de participar en el proceso. Por tanto, la expectativa era que la tendencia abstencionista se profundizaría y que diera un salto cualitativo, con el efecto de no legitimar al régimen de Porfirio Lobo Sosa. 

No obstante, la información disponible indica que esa previsión no ocurrió.

Como el Tribunal Superior Electoral no constituye una fuente confiable de información respecto a ese proceso, solo podemos atenernos a la observación sistematizada por diferentes encuestas realizadas antes y después de dichas elecciones.

El “Estudio de Opinión Publica” de Consultores en Investigación de Mercados y Opinión Publica S. de R.L. (COINMER, agosto de 2009), antes de las elecciones, informaba que el 66.4% de las personas encuestadas opinaba que “deben realizarse las elecciones” y el 53.8% aseguro su intención de votar[4]. Después de las elecciones, el IUDOP, una prestigiosa entidad académica de la UCA de El Salvador, realizo un estudio denominado “Percepciones sobre la Situación Política y Evaluación del primer Año de Gobierno de Porfirio Lobo Sosa” (diciembre de 2010) en el que se revela que el 60.1% de los encuestados ejerció el voto en las elecciones de noviembre de 2009, pero del 39.9% restante que no voto, solo el 39% se abstuvo por desconfianza con el proceso o con los candidatos(as).[5] Es decir que el porcentaje de abstención en lugar de aumentar disminuyo en unos 10 puntos respecto a 2005, cuando fue casi del 50% (TSE).

Llama la atención que los porcentajes encontrados por dos estudios independientes uno del otro, son bastante similares, lo que indica que gozan de credibilidad.

¿Qué sucedió? Al ahondar en la información disponible, podemos observar que en agosto 2009 el 62.4% de los liberales opinaban que debían realizarse las elecciones y que  el 52.8% estaban dispuestos a ir a las urnas (COINMER)

¿Significaba que la base del Partido Liberal se hizo golpista? De ninguna manera. En la misma encuesta, el 69.3% se manifestó en contra del Golpe, el 70% opino que Mel debía regresar al país, y el 73% que Micheletti debía dejar el gobierno y solo el 32% de esos potenciales votantes liberales estaban dispuestos a votar por su propio candidato presidencial, Elvin Santos, figura clave del golpismo. Aquella disposición a votar simplemente significaba que la mayoría de la base liberal todavía tenia ilusiones en las elecciones para agosto de 2009, época en que se hizo la encuesta (recordemos que sus líderes eran partidarios de si participar). 

En noviembre 2009 el FNRP llamo a no votar. Cinco meses después de las elecciones, el 1º de mayo de 2010, otra encuesta[6] consulto a los participantes de esa manifestación sobre su pertenencia a partidos políticos. El hallazgo fue contundente, pues solo el 16.7% de los que anteriormente militaban en el Partido Liberal se seguían considerando liberales; incluso se encontró que solo el 18.2% que anteriormente se consideraban udeistas, seguían considerándose tales. Esto indica que entre noviembre 2009 y abril 2010 hubo niveles de deserción del Partido Liberal y de la UD superiores al 80%, al menos en las filas de la gente movilizada por los gremios sindicales y populares; lo que indirectamente nos dice que los niveles de adhesión de la base de estos partidos fueron muy bajos (CER).

Entonces ¿Cómo se explica que los niveles de votación no disminuyeron en general? Nuestra hipótesis es porque el voto nacionalista fue masivo. El estudio de COINMER, arriba citado, muestra que la tendencia en los cachurecos fue la contraria que en el Partido Liberal. El porcentaje de miembros de ese partido dispuestos a votar el 29 de noviembre llego al 79.2% en el mes de agosto de ese año. No tenemos un dato posterior, pero asumimos que debió incrementarse para el mes de las elecciones propiamente dicho, por el atractivo del triunfo nacionalista y por el hecho conocido de que se trata de un partido más disciplinado. En ese sentido, la base cachureca –que años atrás exhibía mucho desanimo de participar en las urnas-- fue ganada por su partido a la idea de votar ante el derrumbe del Partido Liberal.

¿Indica eso que el Frente cometió un error al haber llamado a la abstención en las elecciones del 29 de noviembre? Desde mi punto de vista NO, por cuatro razones: 

1)    Porque la Resistencia habría hecho el ridículo político al contradecirse en su oposición al Golpe de Estado y a la vez rendirse a su principal mecanismo de blanqueo
2)    Porque la lucha permitió arrancar a un segmento numeroso de la base ex liberal produciéndole un golpe muy duro a esa arcaica institución política burguesa; y haber llamado a votar habría retenido dicha base en ese partido, debilitando al largo plazo a la Resistencia;
3)    Porque en las condiciones de radicalismo ultraderechista, la Resistencia no habría tenido la más mínima posibilidad ante la manipulación de los resultados electorales; y,
4)    Porque la disposición de la población a participar en un proceso electoral no es el único criterio a tomar en cuenta para decidir si se participa o no; como hemos visto atrás, también debía tomarse en cuenta la importancia estratégica que tenía dicho proceso para la consolidación del Golpe de Estado, es decir, para consolidar un acto de fuerza antidemocrático.

Lo anterior significa que se presentaron las siguientes tendencias:
1.       Que el Partido Liberal se desplomo como fuerza política burguesa, pero que el Partido Nacional se vio fortalecido, a niveles históricos. Fue la masiva  participación de este último y de un segmento de liberales en Resistencia, que acudieron a votar por sus candidatos afines al Frente, lo que explica el sensible incremento en los niveles de votación general respecto a la anterior elección (aunque sin llegar a ser, como aseguran los golpistas, las más votadas de la historia).
2.        Que el Frente Nacional contra el Golpe de Estado cometió un error político al identificar demasiado la Resistencia con el Partido Liberal, generando un efecto de polarización con la base cachureca que, en su mayoría, no se identificaba con el Golpe (el 63.7% no apoyaba o no sabía que opinar sobre el Golpe, COINMER) pero que tampoco quería estar en un espacio copado por el liderazgo liberal, lo cual disparo a niveles históricos la participación de la base nacionalista en el proceso electoral.
3.        Que el FNRP emerge como una opción política por derecho propio ante la base que ha roto con el resto de partidos políticos, ya que el 83.4% de sus  simpatizantes encuestados por CER, manifestó que estarían dispuestos a apoyarlo para convertirse en un Partido político distinto de los demás
4.        Que en la población tiene todavía un importante arraigo la práctica de los procesos electorales como mecanismo de solución a crisis políticas como las que vivimos con el Golpe de Estado.

Estos resultados deben llevarnos a revisar los conceptos que tenemos sobre el régimen de Porfirio Lobo Sosa y sobre el proceso electoral próximo. No en el sentido de considerarlo un gobierno legítimo –sigue siendo heredero del Golpe-- pero si de no seguir creyendo que no tiene base social. 

Cuando el gobierno de Pepe Lobo asumió la conducción del país, se encontró con el siguiente panorama político, inédito en la historia nacional.

En primer lugar, con una oligarquía que dejo de ser tolerante con las formalidades democráticas y que demuestra estar dispuesta a romper con las reglas del ejercicio democrático burgués cuando le viene en gana. 

En segundo lugar, con un Partido Liberal que ya no es aquella fuerza política mayoritaria, pues 6 de cada 10 liberales simpatizaban con la Resistencia. 

En tercer lugar, la izquierda política propiamente dicha, estaba en su mejor momento con un considerable crecimiento en la simpatía del pueblo  pues su potencial electorado paso de un 2% que tenía la UD (cuando era un partido de izquierda) al 12% de la Candidatura Independiente (COINMER).

Y en cuarto lugar hablamos de que la Resistencia era una fuerza política de masas, con un potencial muy superior al caudal electoral de la UD, lo que la convertía en una seria amenaza para la vigencia del bipartidismo en el sistema político nacional y por tanto a su hegemonía oligárquica tradicional.

Sin embargo, la aplicación de una fina estrategia de los Estados Unidos respecto al gobierno de Porfirio Lobo Sosa, ha hecho variar ese panorama en el último año.


El régimen de Porfirio Lobo: sus fortalezas y debilidades

Como vimos, el proceso electoral de 2009 le sirvió parcialmente al régimen para contar con una base social importante dentro del país, específicamente en el Partido Nacional y en un sector minoritario del Partido Liberal que, aunque no voto por él, lo considera legítimamente electo.

¿Qué tan sólida es esa base? Todos los indicadores de la encuesta del IUDOP, a un año de haber tomado posesión, nos permiten ver que el Gobierno de facto de Porfirio Lobo comienza con niveles moderados de popularidad. Sus calificaciones en los distintos temas oscilan mucho entre el 40% y el 60%  (IUDOP-UCA, 2011). Los mismos por bajos que sean, no pueden ser subestimados pues recordemos que Mel comenzó su gobierno con 25% de apoyo en las urnas respecto al total del electorado. 

De hecho, a un año de su régimen, el 49% de los encuestados lo considera un “cambio positivo”, y el 66.3% se siente optimista con el pronóstico del país, aunque por hoy, el 86% de encuestados opino sentirse “igual” o “peor” que antes, y el 78.7% no se siente beneficiado en “nada” o en “poco” por la actual administración (IUDOP-UCA, 2011).  Esto puede interpretarse en el sentido de que un importante sector de la población, la mas afectada por la crisis, esta harta del conflicto y tiene esperanzas de que las cosas van a mejorar, aunque el régimen no goza de mucho margen para satisfacer esa expectativa. 

En este sentido el régimen de Porfirio Lobo tiene una debilidad que se irá incrementando con el tiempo. Debido a la profundidad de la crisis económica heredada del régimen de Micheletti, Porfirio Lobo no tiene otra opción más que destruir las más importantes conquistas de la clase obrera y el campesinado, y atacar el nivel de vida de la clase media, escrupulosamente supervisado por el FMI. Solo véase como en un año ha destruido el derecho al trabajo permanente; neutralizo (y está a punto de derogar) el Estatuto del Docente; ha limitado al máximo el salario mínimo, aprobó el paquete fiscal, y acelera la entrega de las instituciones del Estado a la empresa privada, así como los recursos hídricos de centenares de comunidades; está a punto de desalojar a los campesinos de las tierras beneficiarios del Decreto 18-08 y ha aprobado las “ciudades modelo”, etc. 

Pero también en ese año el régimen ha coqueteado con las causas propias de la Resistencia, con sus referencias a la Constituyente y la aprobación de las reformas al Artículo 5 constitucional, lo que opaca sus ejecutorias antipopulares.  Con esa política ha tenido éxito en cooptar al eslabón más débil del Frente, vale decir, un sector del Liberalismo en Resistencia (Carlos Eduardo, Rivera Rodil) y la centro derecha del Partido Liberal (Edmundo Orellana, Yani Rosenthal, Maldonado, etc.); así como también se ha ganado la afinidad de algunos periodistas relevantes supuestamente afines a la Resistencia. 

Esa seducción política de su principal contrincante, provoca el rechazo del golpismo de la UCD, quien llega a tildarlo de “chavista”. El conflicto ha llegado inclusive hasta amenazas de Juan Orlando con pasar la cuchilla a la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General del Estado, reductos del golpismo blanco.

Sin embargo, en la polarizada situación actual, ese conflicto en lugar de desgastar al régimen le abona créditos porque funciona como un decolorante de su rostro golpista.  Lo cual lo hace un régimen más peligroso que el del burdo Micheletti.
Todo lo dicho significa que políticamente el gobierno de Pepe Lobo cuenta con una asesoría muy refinada, que cuida los detalles de una política demagógica para neutralizar el discurso de la Resistencia y disminuir el perfil político de esta.


Las oportunidades que vienen

El punto débil del régimen es que inevitablemente tendrá que continuar asestando duros golpes económicos y sociales al pueblo y en particular a la clase trabajadora y a la clase media, a instancias de los organismos financieros internacionales. La falta de respuesta del FNRP le ha envalentonado y por ello será cada vez más duro.

Por otro lado, no estamos en la misma situación de relativa estabilidad de antes del Golpe. Los golpistas están divididos y la demagogia tiene un límite, a condición de que no se le siga el juego. 

Como esos golpes continuaran y su demagogia tiene un límite, la Resistencia debe prepararse para las batallas que vienen. Pero a diferencia del pasado, cuando solo nos preparábamos para luchas reivindicativas aisladas, ahora debemos convertirlas en luchas unificadas y de carácter político, para acumular la fuerza suficiente hacer de estas verdaderas crisis al régimen.

¿Qué tenemos a nuestro favor? El hecho de que la crisis generada por el Golpe sacudió tanto al país que ha creado una consciencia nacional de que el cambio es necesario e inevitable. Las mismas encuestas descubrieron también que una considerable mayoría de la población desea que el orden político del país cambie. El 56.1% estaría “muy de acuerdo” o “algo de acuerdo” con la Convocatoria a una Asamblea Constituyente (IUDOP-UCA, 2011).

Esto es todo un reto para el FNRP que concentra un inédito activismo en los sectores más explotados de la población con capacidad de tener un efecto multiplicador lo suficientemente fuerte para provocar una seria crisis en el sistema, para lo cual primero tiene que salir de su atolladero interno.


El lugar del proceso electoral de 2013 en la estrategia imperial

En medio de esta situación tan volátil, la oligarquía y el gobierno norteamericano están bajo la incómoda presión de legitimar al régimen golpista ante el mundo, mediante un proceso de apertura política que sea confiable, para que este le desbloquee el financiamiento internacional. 

Ante esa realidad, el imperio norteamericano ha concebido una estrategia política, en la que han comprometido al gobierno de Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández:
1.       Lograr al corto plazo el reconocimiento internacional en especial de la OEA y UNASUR.
2.       Recomponer el Partido Liberal, en crisis tras el Golpe.
3.       Dividir a la Resistencia popular, debilitarla, y restarle protagonismo.
4.       Recuperar la confianza del Pueblo en el sistema político burgués, comprometiendo a una falseada representación de la Resistencia a participar en el proceso electoral 2013, a través de los partidos legalmente existentes.

Las primeras medidas que ha implementado en esa estrategia son:

Primero, empujan a los liberales a reconstruir su unidad, a través del Frente de Unidad Liberal, para que sea una especie de grupo bisagra entre los Liberales en Resistencia y la ultraderecha liberal. Su meta es reunificar el Partido para revertir su proceso de desintegración.

Segundo, presionan al sistema de justicia para que allane el camino para que Mel Zelaya se reintegre a la vida política del país, con lo cual esperan atraerlo a las filas del liberalismo y potenciar ese proceso de reunificación.

Tercero, favoreceran el camino para que se inscriba una alianza de la cúpula del Liberalismo en Resistencia con la UD, llamado Frente Amplio Politico Electoral en Resistencia (FAPER), donde confluyen liderazgos pro norteamericanos como Carlos Eduardo Reina y oportunistas como Cesar Ham que no han tenido empacho en conciliar con Pepe Lobo.

Cuarto, logrado el FAPER, intentaran participar en las internas del partido Liberal para “rescatarlo”, y si lo logran después buscaran su inscripción como alianza con la UD teniendo como base de respaldo al FNRP.  Si no, lo harán solamente a través de la UD.

El punto es disipar el protagonismo del FNRP, fortalecer el bipartidismo y moderar políticamente el radicalismo de la base del Frente.

Cuenta a su favor con el desgaste del Frente, del golpismo recalcitrante y el arrebato de las banderas originalmente planteadas por la Resistencia.


El escenario electoral mas probable

¿Cuál sería el escenario futuro más probable de llevarse a cabo esa estrategia?

1.    De aceptarse la propuesta del FAPER, el FNRP se veria reducido a un rol de apoyo a “los políticos” (pegar afiches, hacer propaganda) y a su tradicional rol de movimiento reivindicativo, ya que los temas políticos serian acaparados por aquellos; incluso el FNRP perdería control de la participación de la Resistencia en el proceso electoral, pues las decisiones cotidianas las tomarían la UD y los dirigentes del Liberalismo en Resistencia. De esa forma su perfil como entidad política se veria reducida al máximo en medio de la contienda electoral, con lo cual la UD y eventualmente el Partido Liberal superarían el estado de debilidad en que están y sonsacándole activismo al FNRP.

2.    De constituirse el FNRP en un partido político –suponiendo que la oligarquia le abra esa posibilidad, lo que es remoto—o si decide irse por una candidatura independiente, se enfrentaría al panorama de ir dividida al proceso electoral, ya que ni la UD ni los Liberales en Resistencia desistirán de inscribir su proyecto político electoral (el FAPER), generando una gran frustración en las bases, las cuales no están pensando en ser una simple “oposición” sino en “tomar el poder”.

3.    Con la administración del TSE en sus manos, la burguesía se asegurara de que la representación de la Resistencia –cualquier sea la modalidad con la que llegue-- sea la mínima necesaria para ser oposición frente al bloque de liberales y nacionalistas, los cuales tenderán a actuar como una sola fuerza política, asegurándose mayoría calificada en el parlamento.

 4.    Con lo absorbente que son los procesos electorales de la burguesía, el FNRP en la práctica tendera a dejar la lucha social a un lado, sometiéndose a un desgaste de energía sicológica y recursos económicos por “llegar al poder”, mientras el golpismo derriba nuestras conquistas una por una. 

 5.    En el camino muchos cuadros del Frente, serian cooptados por el sistema burgués y tenderán a convertirse en sus defensores, y, en el peor de los casos, otros se acomodaran al mismo como sucedió con la UD.


Los Riesgos de su estrategia para Pepe y los gringos

Esta estrategia norteamericana no se hace sin riesgos para ellos.

El imperio, Pepe y Juan Orlando no tienen ninguna garantía de que lograra la revitalización del Partido Liberal y de que el proyecto del Frente Amplio lograra impedir la consolidación del FNRP como opción partidaria del pueblo en Resistencia. 

El imperio tampoco tiene asegurado que disciplinara a la UCD y a la cúpula militar golpista. Estos últimos parecen haber endurecido sus posiciones, a consecuencia del triunfo de los republicanos en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, quienes parecen respaldarlos. 

De ahí que sea de gran importancia para el gobierno de Obama sacar los cuadros de la UCD de la Corte Suprema de Justicia y de la Fiscalía General para impedir la posibilidad de que la oligarquía golpista se coloque como obstáculo.

Estos movimientos de los dos bloques a nivel de Estado, pueden estallar en crisis política en cualquier momento, la cual puede ser aprovechada por la Resistencia.  


EN CONCLUSION:

Tal como está planteado en el momento actual, la participación en el próximo proceso electoral es una opción inconveniente para el movimiento de la Resistencia popular, ya que tiene peligros que no compensan lo que se puede ganar.
Por tanto, de forma creativa, la Resistencia debemos buscar un curso alternativo, que nos conduzca a recuperarnos, acumular fuerza y luego pasar a una ofensiva general en pro de la Constituyente.

Espero que este aporte sirva a los delegados y delegadas de las bases del a Resistencia a sopesar los pros y los contras con criterio suficiente para tomar la mejor decisión en la próxima Asamblea Nacional del 26 de febrero.


[1] Si el gobierno sandinista repite la historia hoy, es decir si no expropia el poder económico a la burguesía, esta volverá al Poder, y peor aún, si la cúpula sandinista se convierte en una “nueva burguesía”, Nicaragua seguirá siendo pobre sin necesidad de que el FSLN pierda el gobierno.

[2] Eso se ve claro en el caso de las experiencias de gobiernos de izquierda o socialdemócratas en Brasil, Chile, Uruguay y Argentina, quienes a la par de algunas reformas sociales parciales, aplican planes de ajuste recomendados por los organismos financieros internacionales del imperio. Incluso hemos comenzado a ver a un Rafael Correa y a un Evo Morales aplicando algunas medidas neoliberales (como la estandarización salarial en Ecuador y aumentos a los combustibles en Bolivia) que han sido rechazadas por sus pueblos y que alimentan el discurso de la derecha.

[3]  En un estudio que hice en 2008 (“Las Reformas Electorales en Honduras y la Actual Contrarreforma Electoral”, 24-1-08) describí las contrarreformas de la siguiente manera: “El primer acto de la contrarreforma fue la repartición de instituciones claves del Estado, dejando fuera de ellas a las fuerzas de la socialdemocracia (PINU-SD) y la izquierda (UD). Fresca estaba la tinta de los acuerdos del 4 de septiembre de 2001, cuando el 15 de mayo de 2004 las cúpulas de los partidos tradicionales oligárquicos (Liberal y Nacional) llegaron a un pacto secreto para repartirse las nuevas instituciones, excluyendo a las fuerzas políticas que podrían hacerles contrapeso. El Tribunal Supremo Electoral, el Registro Nacional de las Personas, la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Superior de Cuentas fueron repartidos de forma sectaria. En el caso del TSE la exclusión de la UD y del PINU implicó la materialización del primer retroceso institucional y electoral.

[4]  Consultores en Investigación de Mercados y Opinión Publica S. de R.L., “Estudio de Opinión Publica, Nivel Nacional”, basado en una muestra de 1470 encuestados(as), pág., 20.

[5] Instituto Universitario de Opinión Publica, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, Vice Rectoría de Proyección Social, Boletín de Prensa, Año XXV, No.1, enero 2011.  El estudio fue basado en una muestra de 1548 encuestados(as)

[6] Encuesta sobre preferencia partidarias patrocinada por el Frente Nacional de Juventudes en Resistencia y ejecutada por “Cambio, Estudio y Refundación” (CER), en la manifestación del 1º de mayo de 2010.