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miércoles, 6 de abril de 2011

La canción de John Lennon


Galel Cárdenas
  
Si imagináramos la paz que propone John Lennon sería el sueño verdadero de los  hombres,  amándose unos con otros, sin guerras, sin posesiones, si nada que separa a este de aquel, al de allá con el de acá, bajo un cielo de igualdades, o próximas a esa igualdad  humana, única, donde desnudos si nos fijamos bien,  nada más extraordinario poseemos que nos diferencie si quiera como especies de humanos, si no tal vez sólo por el color. 

Si la paz fuese como el oxígeno todo mundo respiraría oxígeno que sería la misma paz, el mismo cielo, la misma tierra, las mismas manos, los mismos pies, todos con sus ojos y su piel debajo del cielo que es azul para todos y gris para todos. 

Y si todos fuéramos iguales como somos al nacer, en el proceso biológico, todos nacemos de mujer, nadie nace de hombre privilegiado, ni por otra parte que no sea lo que  natura nos ha establecido. No hay privilegio de nacer de otro modo, no existe, por que la naturaleza nos ha determinado. Y unos al nacer no tienen dos cerebros, ni dos cabezas, ni cuatro pies, como para establecer una jerarquía superior. Todos los seres humanos poseemos iguales caracteres biológicos. 

Pero, al inventarse la propiedad,  unos nacen en cuna de oro y otros como el caso cristiano de Jesús en un pesebre, pero, hay seres humanos que nacen en el polvo, la tierra, la basura, el desperdicio, la piedra. Al inventarse la propiedad unos surgieron como reyes y príncipes y otros como esclavos o siervos, unos como ricos y otros como pobres. 

La propiedad es la maldición de la humanidad. Ella nos señala lo que somos en la vida real, donde unos comen y otros no, donde unos tienen techo y otros, donde la injusticia de la propiedad es la que se impone en todo aspecto de la vida social. Pero, el caso es que unos tienen fábricas, tierras, bancos y otros no, unos poseen el poder y otros no, unos poseen la ley para proteger su propia injusticia que la pintan de justa, y otros no. 

Y así al nacer, de pronto y sin que nadie nos impulse a otra cosa, nacemos en medio de la lucha de las clases dominantes contra las clases dominadas. Pero, ellos nos dicen que eso es natural, y entonces las mismas religiones que sabiendo de tal injusticia, nos expresan  que Dios así lo ha dispuesto. Y Dios no ha impuesto esta división de clases. Y nos manifiestan por los medios masivos de comunicación que pensar de esta manera es ser comunistas, los monstruos de la humanidad que se comen a los niños, si de la humanidad de las clases privilegiadas, porque ellos en este sistema de clases sociales,  los humanos son ellos, los demás somos animales, subespecie humana, que debemos sobrevivir con los desperdicios que ellos nos ofrecen en la ley que ellos inventaron para sostener la diferencia de clase en todo momento.

Y así dijeron la ley es dura pero es la ley, o sea que la ley dice que somos pobres unos y ricos otros, que la propiedad es la frontera entre ser humanos o no humanos. La ley es dura pero es la ley, SED LEX DURA LEX. Y así en el decurso de nuestras vidas somos parias, marginados, seres animalizados.

La ley propone que ellos sean los presidentes, los directores, los tesoreros,  los conductores de nuestra sociedad, nosotros los pobres sólo podemos votar es decir elegirlos a ellos para que nos administren lo que es nuestro, la tierra, los ríos, los mares, el subsuelo, los bosques, los animales hoy nuestros compañeros de clase.

Y entonces el origen de la guerra es la propiedad, aquí en este continente y los demás continentes.

Por la propiedad del petróleo, de las minas del oro o de los diamantes,  de las tierras, de los bosques, de los ríos, del dinero convertido en propiedad,  nos someten a la guerra los imperios, los dueños del mundo, los dueños de todo cuanto exista como propiedad en esta tierra ubérrima de seres humanos despojados de su propia vida justa.

Y somos los que estamos fuera de las mansiones, de los palacetes, de los centros financieros, de los dueños de mercados (malls) donde se venden las mercancías producidas por ellos para nosotros.  El mercado lo inventaron los ricos, porque en el mercado asiste la propiedad como mercancía,  donde unos ofrecen más que otros para obtenerla. Y sólo podrán obtenerla ellos mismos, porque quienes no tienen propiedad ¿qué pueden comprar o vender? Qué pueden intercambiar: patastes, mazorcas de maíz, vainas de frijoles, harapos, ropa usada, bananos criollos, frutas de la zona rural en donde la tierra es alquilada, porque las mejores tierras, las fértiles tierras son propiedad de los latifundistas que las hacen producir industrialmente. 

Y así vamos naciendo, enfermando, muriendo sin médicos, medicinas, hospitales. Vamos creciendo analfabetas, sin libertad, sin igualdad, sin solidaridad. Y la paz será siempre esa, la que no reclame propiedad, la que no reclame justicia, la que no reclame la justa distribución de la riqueza. La paz de los muertos es la mejor paz que ellos han inventado, los ricos saben que esa es la paz que no sufre las inclemencias del reclamo cotidiano. Ellos inventaron la frase: el mejor comunista es el comunista muerto, es decir el mejor pobre es el pobre muerto, y entonces nos hacen la guerra inmisericorde. 

Los derechos humanos no existen porque no somos humanos, somos subespecie humana, animales sin derechos. ¿Acaso los animales poseen derechos? Acaso los animales poseen leyes para dirimir su existencia social?

Proletarios del mundo uníos,  pobres del mundo organizaos, parias del mundo soñad con una tierra sin propiedad, con una tierra libre de la peste más horrorosa que ha inventado la clase privilegiada, dueña de todo cuanto se mueve en la tierra, y de todo cuanto sea posible ser convertido en propiedad.

 He aquí el origen y fin de la paz.

Sin propiedad todo será igual nuevamente. Seremos libres, soberanos, iguales ante la faz del mundo, del universo, ante nosotros mismos. 

La propiedad es el origen de la muerte, del fin del mundo.

Esta es la canción que John Lennon nos ha heredado. 

Oigámosla y leámosla  porque es la canción de un ángel nacido en el corazón del imperio.

IMAGINA

Imagina que no hay paraíso,
Es fácil si lo intentas,
Ningún infierno debajo de nosotros,
Arriba de nosotros, solamente cielo,
Imagina a toda la gente
Viviendo al día...

Imagina que no hay países,
No es difícil hacerlo,
Nada por lo que matar o morir,
Ni religiones tampoco,
Imagina a toda la gente
Viviendo la vida en paz

Imagina que no hay posesiones,
Me pregunto si puedes,
Ninguna necesidad de codicia o hambre,
Una hermandad del hombre,
Imagina a toda la gente
Compartiendo todo el mundo...

Tu puedes decir que soy un soñador,
Pero no soy el único,
Espero que algún día te nos unas,
Y el mundo vivirá como uno solo.

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