Samuel Trigueros
Encaramado sobre el catafalco del hijo de Muammar Al Gadafi, Obama anuncia que también mató a Osama Bin Laden y que la guerra continúa hasta acabar con los enemigos del imperio, con el cuidado de no dañar los pozos petroleros ni el Acuífero de Piedra Arenisca de Nubia; y es este su primer discurso para la reelección. La estúpida derecha dice que el beato ya operó otro milagro y corrigió la mirilla del soldado que mató a Osama. Dios y los Papas y papables son gringos. Hollywood comienza a construir el set del nuevo éxito de taquilla. Es temporada de sicarios.
Dos, de tres, jueces declaran nulos los juicios contra Manuel Zelaya Rosales. El epicentro es en Honduras y desde aquí duda en salir o anularse un tsunami de comunicados y epístolas privadas que solicitan teletransportación inmediata (bigote, sombrero y guitarra incluidos). La primera ola va directo a República Dominicana, todos con Velcro en lugar de estampillas. A falta de invitación para Westminster, alguien empieza, por enésima vez, a preparar la fiesta de bienvenida del Comandante vaquero. Los demás exiliados pueden venir después; primero lo primero: que los huesos secos del bipartidismo comiencen a recuperar tendones, nervios, carne pútrida, pero carne, al final. Pero el terreno aún es de arenas movedizas ¡Calma, señores y señoras! Es temporada de cauteloso regocijo y detección de rémoras.
Cientos de mujeres y jóvenes han sido asesinados en los primeros cuatro meses del 2011 en Honduras, con los artículos que se pierden por el punto ciego de las Fuerzas Armadas; pero esta es una institución de mucho prestigio, muy respetada y querida por el pueblo hondureño: es tiempo de Pascua para Marlon y el sobrino del tío represor de los ochentas (Q.E.P.NO.D.). Es temporada de hombres de buena voluntad.
En Cartagena de Indias, Cúcuta o Medellín, Santos da brincos de alegría al compás de las felicitaciones telefónicas de Hugo Llorens. Pepe ordena a Rosa que le haga una cita para mañana mismo con su odontólogo: quiere perfeccionar el blanqueo de su sonrisa antes de la cadena nacional, donde asegurará que finalmente todo ha vuelto a la normalidad (él también tiene sus asesores y correctores de prueba, sus lapas de 60 mil lempiras). En Larach & Cía. se agotan las libretas: de aquí y de allá llegan en tropel a comprarlas para garabatear fórmulas, planillas, alianzas: si no puedes vencer al enemigo, únetele, alguna rajita –una curul, una embajada, algún negocito- habrás de conseguir. Es temporada de reconciliación y abrazos.
En Cuba marchan millones de trabajadores revolucionarios. En los diecinueve departamentos de Honduras también los trabajadores (empleados y desempleados) marchamos; luego muchos volvieron a sus casas a planchar por necesidad para el día siguiente la camisita con el logo. 5% de ellos está sindicalizado y el resto pauperizado. A pesar de todo, los trabajadores sostienen los pilares del socialismo. Dentro de cuatro días muchos de estos pobres estarán cantando “Honduras is open for business” como un Magníficat para Juan Pablo II. Es temporada de santísimas transnacionales.
En el Aguán “No hay tierra sin dueño”; mejor dicho, que no sea de René Morales, el tío Mike o Reynaldo Canales. A pesar de sus lentes ahumados, el Tío Mike siente que es hermoso el contraste que ocurre entre el verdor de las palmas y la tierra teñida con sangre campesina. Ham-burguesas y Coca son parte de la fiesta de los potentados. Es temporada de intereses feudales.
Veintidós meses lleva el fruto rojo madurando, a golpes, con áfidos, ácaros y gallinas ciegas queriendo devorar desde las raicitas hasta el cogollo. Pero el árbol (Populi insurgencis morazánida) desarrolla cada vez más resistencia a los ataques. Bajo su sombra el comandante vaquero, rodeado por la primavera que avanza, es tentado por los cadáveres. Es tiempo de andarse piano pianito, de insurrección, unidad y refundación.
Tegucigolpe, 2 de mayo de 2011.
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