Misteriosos son los caminos de la vida, incluyendo la de los blogs (si es que vida se puede llamar a ello): jamás pensamos que este blog comenzaría con una entrada como esta; pero, hela aquí, como el destino quiso: un intercambio de criterios con la trinidad que firma JUAN LECTOR en el blog colega DISCREPANCIAS ELECTIVAS. Lo que palabraenllamas expresó, mediante correo directo a nuestros caros amigos, se publica aquí, de los más reciente a lo más antiguo. Lo que ellos han contestado puede leerse al visitar su blog http://discrepanciaselectivas.blogspot.com.
Esta entrada no es definitoria de nuestro interés prioritario, pero cabe en las posibilidades de la divulgación y el debate. Sirva, pues, para la información, formación o simple solaz de nuestros lectores. Comenzamos.
Publicado el 14 de enero de 2011
Queridos amigos del blog DISCREPANCIAS ELECTIVAS:
Disculpen la tardanza en corresponder a su cartita del 12 de enero de 2011 http://discrepanciaselectivas.blogspot.com. Tuvimos otras cosas que hacer; pero, finalmente, aquí estamos. Da gusto discrepar tan sabrosamente con ustedes y ver la extensa nota de respuesta a nuestras discrepancias con su publicación del domingo 9 de enero de este año (La palabra iluminada: La Grecia de los poetas). Nos interesa, nada más, señalar algunos aspectos de su respuesta y no hacer una autopsia de su escrito.
Primero, lo mismo en esta “respuesta” suya recibida, como en el texto que motivó nuestra discrepancia, lo que salta a la vista y se lamenta es el tono de diatriba –a nuestro ver innecesario- con que se aborda el tema. Por supuesto que ustedes tienen derecho a escribir como quieran y no somos nosotros quienes les vamos a impartir lecciones de estilo; pero comprenderán que también a nosotros nos asiste el derecho a discrepar de ello, en tanto asiduos libres lectores soberanos de su blog somos. Tomaremos sus alusiones (“ardidos”, “ígneos amigos”, “hijos de Marte”, “ingenuos hijos del fuego”, “mediocres interlocutores”, etc.) con el humor que corresponde a una buena plática entre amigos. Jeje.
Luego, es fácil observar que, aparentemente contando con un aparato teórico, académico, humorístico, léxico y sintáctico tan amplio, fácilmente derivan hacia inferencias, acusaciones y pruritos que demeritan su argumentación y dejan sólo la sensación de que arrogándose el derecho de discrepar, no admiten que sus lectores, a la vez, discrepemos con ustedes. Es decir que, su discrepancia es “open mind” y nuestra discrepancia hacia su escrito es asunto de “conservadores”. No, no crean que estamos enojados ni ardidos ni desconcertados; ni creemos que Helen quiera que todo mundo esté de acuerdo con su libro (ella podría decirlo mejor, incluso con su ponderado silencio). Nos preguntamos ¿Acaso si un cibernauta (o tres) quieren publicar un blog y que todo mundo esté de acuerdo con ese blog, entonces, se trata de blogueros mediocres: O peor aún, de blogueros conservadores? Sí, dijimos blogueros conservadores, de esos que no admiten DISCREPANCIAS hacia sus discrepancias. Si atendemos a lo expresado en el numeral 5 de sus PROCEDIMIENTOS PARA CRITICAR LIBROS (“Como no somos dueños de la verdad, solicitamos, a quienes comenten, que escriban su valoración sobre el libro criticado. Agradecemos las discrepancias…”) estamos seguros de que podemos discrepar en paz. Permítannos rozar el oxímoron.
Estamos felices de saber que compartimos los mismos criterios respecto a los “escribidores” citados. También estamos felices de sus discrepancias que apuntan a un despertar en el anestesiado desierto del debate cultural hondureño. Quisiéramos remitirlos de nuevo a nuestra discrepancia original para solicitarles una mejor lectura que aclare que nosotros nos referimos a su texto “embadurnado de seudoacademia” y nunca los calificamos a ustedes de seudointelectuales. También es necesario aclararles que no hemos presentado ninguna solicitud de aspirantes a izquierda ante ningún concilio o sanedrín de la ideología y nuestras convicciones socialistas se sustentan en años de lucha sin alharacas. Tampoco intentamos descubrirles nada a ustedes, caros amigos, ni a ningún almirante de los siete mares del conocimiento y la sapiencia (disculpen el desliz humorístico que advertimos sazonaría nuestra respuesta en este ir y venir e-pistolario).
En cuanto al procedimiento utilizado de contrastar los méritos de Helen con los deméritos de los “escribidores” Segisfredo, Cardona Chapas, Nery G., Indiasno (con extensión a Juan Ramón Martínez y sus posibles “negros” -en el sentido literario, por supuesto- redactores de filípicas), nos entristece no satisfacerles con el procedimiento y nos encantaría complacerles con otro contraste más a su gusto. Sin embargo, pensamos humildemente que si tal contraste les parece extremo, entonces está bien cumplido el propósito. Todo contraste es “de grado”, como en la escala cromática (lo cual, obviamente, saben bien ustedes), y nosotros escogimos este grado de contraste para enfatizar dos posturas ante el hecho literario que nos ocupa. Por lo demás, su parangón de la dama y el sapo es comiquísimo, aunque carente de imaginación e impensable para nosotros; y su calificativo de berrinchosos es sonoro, pero carente de verdad en este caso. Disculpen la memoria de estas carencias tristes.
Hay unos larguísimos párrafos en su respuesta del 12 de enero, matizados con anécdotas políticas relacionadas con la albañilería, listas de libros y autores, más apelativos irónicos hacia nosotros y hábiles comparaciones (para lectores desprevenidos) con las que intentan sustentar sus argumentos. ¡Bah!, no vamos a hacer una autopsia, dijimos. Diremos sólo que no se trata de agarrarnos a librazo limpio exhibiendo nuestras lecturas o al menos los títulos dorados que vimos en los lomos de los libros de alguna biblioteca amiga. No vamos a hacer de esto una apuesta de quién ha leído más, como cuando en el barrio un alero decía a otros dos en contienda, poniendo su mano en medio de ellos: “Vaya, el que escupa aquí es macho”. Lo que se ha leído o no, cada quien lo sabe.
Cuando señalamos el “procedimiento” de “criticar” el libro de Helen con tanto afán peyorativo es porque tal procedimiento nos pareció ligado al oscurantismo. Hágase un balance y nótese el esfuerzo y tono empleado para encontrar carencias al libro de Helen y el parrafito “Aciertos del libro La palabra iluminada”, en el cual incluso, se relativizan sus méritos para concluir diciendo que el libro no es más que “un ladrillo, útil como un ladrillo, pero que tiene defectos y carencias”. Ni siquiera es un buen ladrillo: la socarrona valoración final de ustedes dice: Nota general del libro: 60% (estaba aplazada con un 59%, pero uno de los colaboradores de Tegucigalpa le regaló un punto para aprobar el libro “de panza”). Nota por su dedicación: 90% (sobresaliente. Menos 10 porque algunos escritores no valían la pena). Nota por su objetividad a la hora de criticar: 50% (aplazada). Entonces, ¿Helen no merece que se contraste su trabajo con el de los escribidores, pero sí merece este tratamiento? Luego, suena a demagogia lo de: “Querida Helen: nunca fuimos tus alumnos en ninguna aula. Pero te hemos leído más que aquellos que te defienden. Tú, como buena lectora que eres, lo sabes. Sabes que hemos leído cada uno de tus escritos. Estamos seguros que, como te dijimos en la entrada anterior, vas a seguir alumbrándonos con tu palabra”. Por supuesto que no existe el utópico libro perfecto (¿Qué es la perfección, amigos?) ni La palabra iluminada intenta serlo, ni nosotros lo postulamos como tal, pero asombra ver lo inservible que, aparentemente, es para ustedes esta obra de Helen, quien, de paso, probablemente ni debería atreverse a hacer crítica sobre poesía porque no cuenta son el aval de ustedes como poeta (¿Es requisito ser poeta para hacer crítica de poesía o viceversa? Cito: “Ella, que sin tener una vocación artística es capaz de juzgar el esfuerzo de muchos poetas, lo hace porque es su DERECHO ABSOLUTO como lectora y crítica, un derecho que no se lo ha concedido ninguna academia y ningún profesorado, sino que se lo concede nada más y nada menos que ¡¡¡¡EL PROPIO AUTOR!!!!” O sea, porque sí. Realmente su texto está lleno de este tipo de puñaladas: “Te abrazo, Helen, pero permitime, amablemente, zamparte unos cuantos piquetitos”.
Queridos amigos, créannos que no intentamos elevarnos a ninguna categoría ni nos autodenominamos revolucionarios (eso simplemente ocurre, si ocurre, según nuestros hechos, habiendo leído o no El capital), tampoco queremos hacer de ustedes los James Dean o les enfants terrible de la crítica o los blogs ni queremos que los crucifiquen, empalen o martiricen de ninguna manera (¡ni lo quiera Dios o los fariseos!); no los queremos boicotear ni confrontarlos estérilmente. Simplemente “discrepamos” de sus métodos para hacer “opinión crítica”, mediante invectivas plagadas de sofismas. Nadie, señores (o señoras, no sabemos) les quiere coartar su derecho a ejercer la libertad de expresión ¿No es eso lo que estamos haciendo, en doble vía, si nos lo permiten? No son las lecturas de este o aquel autor lo que hace a un revolucionario o un golpista. Tampoco nosotros creemos que Pablo de Rokha es un mal poeta por no admirar a Neruda, ni somos fascistas porque nos gusta Pound (¡Eureka!, los hemos leído, lo mismo que La palabra iluminada y otras cosillas). No pertenecemos al Club de los idiotas, subdesarrollados ideológicos, ni nuestro apellido es Micheletti o Facussé, como aviesamente insinúan.
Señores del blog DISCREPANCIAS ELECTIVAS: “el derecho a criticar es y será un derecho inseparable de la sociedad y de los lectores. La crítica es la base de toda revolución” ¿Nos ceden, entonces, el derecho a discrepar, a criticar? Leyendo entre líneas su delicadita respuesta del 12 de enero, parece que hay en ella una mejor exposición de los méritos del libro La palabra iluminada, sobre todo en lo relativo a la valoración de su crítica a muchos poetas o poetastros hondureños ¡Algo hemos ganado!
Entre tantas frases sentenciosas suyas –que, por lo mismo, “suenan” a verdades- está aquella de que: “…entendemos que una cosa es la literatura y la opinión del lector y otra la trayectoria y el compromiso humanista”. Sacamos a flote esta joyita sólo para establecer cierta comunicación entre la obra literaria de cualquier autor y su compromiso (humanista o bárbaro). Creemos que no es cierto que una cosa esté separada de la otra y que entre ambas hay más relación que la que a veces se sospecha. Eso no quiere decir que un libro esté bien escrito sólo por estar a favor de determinados postulados ideológicos o viceversa. Así, tampoco creemos que Helen sea golpista por dedicar unos párrafos amables a La vida menor, del dibujo de kínder Gaitán; pero es innegable que su obra es honesta y que aporta muchísimos elementos valiosos para el análisis del fenómeno literario en Honduras, como a ráfagas lo admiten ustedes (aunque, luego, otra ráfaga lo niegue). De ahí los datos biográficos de Helen que señalan su compromiso social. No para hacer de ello un mérito literario (por favor, señores), sino una condición humana que, inevitablemente, orienta su quehacer literario y por lo cual merece respeto efectivo al abordar su trayectoria, lo cual armoniza muy bien, Juan lector, con su propósito enunciado en ALGUNAS REGLAS: “Quedarán descartados los comentarios que ofendan la dignidad personal o familiar de las personas mencionadas en el blog”. Si realmente nuestra interlocución es mediocre, como la han calificado desde DISCREPANCIAS ELECTIVAS, pedimos disculpas a Helen y procuraremos mejorar este aspecto o guardar sabio silencio, siempre que sea ella quien haga esta valoración.
Queremos creerles cuando declaran: “Queremos decir tres cosas para terminar. Primero sobre Helen Umaña: tal como lo dijimos en la entrada anterior, creemos que es un ser sensible, una intelectual imprescindible para entender la literatura de nuestro país, no dudados de su capacidad, de su talento, de su entrega, disposición y fortaleza para defender los derechos humanos y nadie pone en duda el amor profundo que tiene por la poesía. Es humana, no es infalible, y como nosotros también se equivoca y también puede escribir todo lo que le dé la gana, como todo mundo puede decir sobre su obra lo que quiera”. Admitimos ese derecho que ustedes tienen a opinar sobre lo que quieran y solicitamos nos sea concedido también a nosotros.
Queremos creerles cuando afirman: “Hemos escrito esta entrada por ustedes, para ustedes, porque los respetamos y respetamos su trabajo. Si no fuera así, lo más simple sería ignorarlos y nosotros seguir en lo nuestro. Pero no, mejor apliquemos ese silencio a los golpistas de la literatura, a los malos escritores, a los mediocres que buscan popularidad y fama. Hay muchos de camiseta blanca y algunos pocos también en el lado rojo”. Se agradecerá ese respeto cuando realmente sea patente en su sintaxis, al menos, y les será prodigado en la misma medida, queridos amigos. De acuerdo en aplicar nuestro silencio a los golpistas de la literatura y sus adláteres.
Quisiéramos atemperar un poco su desbocada imaginación cuando dicen: “no somos golpistas, no somos conservadores, no somos poderosos, no somos intelectuales ni profesores de ninguna academia, no somos complacientes, no somos populares y sobre todo no somos tontos. Somos “desocupados lectores”, preferimos ser los Judas de esta historia, o sea, llámennos de traidores, de puñaleros, llámennos de pesimistas y destructores, como hacen los que dicen amar a la patria con sus camisetitas blancas, esos mismos que a ustedes en la calle les llaman de vándalos porque exigen su derecho a la libertad y la democracia. Sí, hijos del fuego, llámennos negativos con la típica frase del hondureño golpista: “fije que usté solo lo malo mira, en lugar de ver las cosas güenas de nuestra patria bella”. Llámennos de biliosos y virulentos porque criticamos y no estamos contentos con muchas cosas de nuestra literatura, porque criticamos con la idea de que las cosas mejoren, llámennos fríos y frustrados. Ojalá que a ustedes, tan en llamas, ¡nunca tengamos que llamarlos tibios!”, diciéndoles que no se martiricen tanto imaginando que les llamaremos esto o aquello. Hay cosas más importantes que andar etiquetando anonimatos.
Para finalizar, parafraseándoles: “los blogs se escriben para que los lectores hagan y digan lo que quieran”. Es una posibilidad.
13 de enero de 2011
palabraenllamas
Editorial Divulgación
PS: Del campo matemático se desprenden bonitos datos relacionados con la discrepancia que podrían servirnos para alcanzar un buen entendimiento y convivencia virtual. Transcribimos un poco de:
http://arfiexp.tripod.com/manual_de_laboratorio7.htmDISCREPANCIA
Cuando dos mediciones de la misma cantidad se hallan en desacuerdo, decimos que existe una discrepancia. Numéricamente, definimos la discrepancia entre dos mediciones como su diferencia:
discrepancia = diferencia entre dos valores medidos de la misma cantidad
Más específicamente, cada una de las dos mediciones consiste de un valor que es nuestra mejor estimación del verdadero valor, y una incerteza. Cada una de estas mediciones puede ser el resultado de largas series de medidas… O pueden ser el resultado de dos mediciones individuales, con la incerteza calculada mediante las simples reglas de propagación del error... En cualquier caso, definimos la discrepancia como la diferencia entre las dos mejores estimaciones. Por ejemplo, si dos estudiantes miden la misma resistencia y obtienen los siguientes valores
Estudiante A: 15 ± 1 ohms; Estudiante B: 25 ± 2 ohms,
su discrepancia es discrepancia = 25 – 15 = 10 ohms.
Note que una discrepancia puede o no ser significativa. Entre las dos mediciones que acabamos de comentar existe una discrepancia significativa, puesto que no encontramos ningún valor posible de resistencia que sea compatible con ambas mediciones. Obviamente, al menos una de las mediciones es incorrecta, y se necesita en este caso buscar cuidadosamente qué es lo que ha fallado.
Suponga ahora que otros dos estudiantes has reportado los siguientes resultados:Estudiante C: 16 ± 8 ohms;
Estudiante D: 26 ± 9 ohms.
Aquí, nuevamente, la discrepancia es de 10 ohms. Sin embargo, la discrepancia aquí no es significativa, dado que los márgenes de error de ambos estudiantes se solapan confortablemente y ambas mediciones podrían ser igualmente correctas. La discrepancia entre dos mediciones de la misma cantidad debe ser evaluada entonces no por su tamaño, sino por cuán grande es comparada con las incertezas en las mediciones.
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Publicado el 9 de enero de 2011
ES CIERTO, HELEN: “NADIE ESTÁ A SALVO DE UNA PUÑALADA TRAPERA”
El miércoles 1 de septiembre de 2010 encontramos en el blog de la compañera Rosa, La Polilla Cubana, una entrevista en la que señalaba algunos detalles del estado de cosas instaurado en Honduras luego del golpe de Estado. La “puñalada trapera” a la que se refería Helen en ese momento tenía la gravedad de la muerte física que los perpetradores del golpe reparten aún entre la población en resistencia. Pero la estocada no queda ahí: muchos y muchas que en el pasado cercano incluso se declaraban a favor de las causas justas del pueblo, han dado un vuelco a sus prédicas y ahora se dedican a repartir más puñaladas traperas. Algunos de estos peligrosos individuos pertenecen al conglomerado de escritores hondureños, alumnos de Helen incluso –de aulas o de libros, de su magisterio, en suma-, que ahora doblan su columna para recoger las monedas que les tira el régimen sucesor de la dictadura que el 28 de junio de 2009 derrocó a Manuel Zelaya Rosales y rompió el orden constitucional. Muchos, con pluma servil, han derramado tinta a favor de los que tanta sangre de pueblo han derramado, entre ellos, en infame lista: Segisfredo Infante, José E. C. Chapas y Nery Gaitán, encabezados zoológicamente por el más abyecto de todos: Indiano.
Hoy, hemos encontrado un blog (DISCREPANCIAS ELECTIVAS) en el que se ataca directamente a la compañera Helen Umaña, escritora, académica, Premio Nacional de Literatura 1989, intelectual íntegra, miembro de la Comisión de Verdad que trabaja para aportar datos que esclarezcan las causas, procesos, crímenes y demás atropellos cometidos en nombre de la democracia por los golpistas criollos al servicio del imperio capitalista. No está fuera de orden pensar -salvo argumentos exentos de la virulencia con que la entrada fue redactada por quienes en el blog en mención se firman “JUAN LECTOR”- que tal escrito obedece al programa de desprestigio sistemático que estos señores y señoras al servicio del oscurantismo realizan contra los intelectuales hondureños que no aceptaron el mazazo vulgar que el golpe de Estado representó para la democracia y la inteligencia humana.
Desde palabraenllamas, nos declaramos en contra de estos libelos embadurnados de seudoacademia contra los artistas e intelectuales en resistencia, nos solidarizamos con la compañera Helen Umaña y reconocemos sus méritos literarios y humanos. La divulgación del enlace del blog DISCREPANCIAS ELECTIVAS obedece únicamente al respeto al derecho de informar y ser informado, así como a poner en evidencia la barbarie que en múltiples formas sigue imperando en Honduras luego del golpe de Estado.
DEL PENSAMIENTO DE HELEN UMAÑA:
“Siempre he expresado, en las aulas y en mis escritos, que todos estamos obligados a transformar el pedacito de mundo dentro del cual vivimos. No podía, ya cuando vivo la recta final de mi existencia, desdecir, con un acto de cobardía intelectual, la trayectoria moral de toda mi vida”.
“Pienso que cada quien responde a planteamientos ideológicos provenientes o de una posición de clase o de una situación de alienación de la propia realidad. Pero sí cuesta entender cómo personas inteligentes y sensibles se niegan a ver lo que está ocurriendo en Honduras y se han puesto en contra de los sectores populares”.
“En la conciencia popular la idea de una nueva Carta Magna ya prendió con una fuerza increíble. Creo que, eso, a un plazo quizá más distante, es imparable”.
“Es asombrosa la cantidad de poemas, canciones y textos de matiz literario que generó y seguirá generando este golpe. Especialmente es importante aludir a otro fenómeno de una validez indiscutible: el de los escritos de raíz popular. Campesinos, obreros, amas de casa, estudiantes de secundaria, etcétera, leen sus poemas en las radios que dan participación al público y los comparten en los actos culturales que se desarrollan durante las marchas y plantones populares. Quizá desagraden al profesor de ínfulas académicas, pero tienen una legitimidad humana extraordinaria
De las innumerables fuentes que destacan los valores literarios y de lucha de Helen Umaña, recomendamos lo siguiente:
palabraenllamas
Editorial Divulgación
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