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viernes, 14 de enero de 2011

Cierre de tema entre DISCREPANCIAS ELECTIVAS y PALABRASENLLAMAS

DISCREPANCIAS… dijo:


Señores:

Abajo nuestras respuestas. Breves, porque tenemos cosas por hacer y al final esto se escapa de lo literario.

Disculpen la tardanza en corresponder a su cartita del 12 de enero de 2011 http://discrepanciaselectivas.blogspot.com. Tuvimos otras cosas que hacer; pero, finalmente, aquí estamos. Da gusto discrepar tan sabrosamente con ustedes y ver la extensa nota de respuesta a nuestras discrepancias con su publicación del domingo 9 de enero de este año (La palabra iluminada: La Grecia de los poetas). Nos interesa, nada más, señalar algunos aspectos de su respuesta y no hacer una autopsia de su escrito.

No hay de qué disculparse. Ya lo hemos dicho: bienvenidas las discrepancias.
 
Primero, lo mismo en esta “respuesta” suya recibida, como en el texto que motivó nuestra discrepancia, lo que salta a la vista y se lamenta es el tono de diatriba –a nuestro ver innecesario- con que se aborda el tema. Por supuesto que ustedes tienen derecho a escribir como quieran y no somos nosotros quienes les vamos a impartir lecciones de estilo; pero comprenderán que también a nosotros nos asiste el derecho a discrepar de ello, en tanto asiduos libres lectores soberanos de su blog somos. Tomaremos sus alusiones (“ardidos”, “ígneos amigos”, “hijos de Marte”, “ingenuos hijos del fuego”, “mediocres interlocutores”, etc.) con el humor que corresponde a una buena plática entre amigos. Jeje.

Gracias por tomarlo con humor, era esa la intención aludiendo obviamente a su nombre de usuario de gmail. En cuanto al tono de diatriba, es curioso que el humor y la diatriba estén hermanados a lo largo de la historia de la literatura: Juan Ramón Molina, Céline, Huidobro, Umbral, Castellanos Moya, Bolaño y un innúmero etc.
 
Luego, es fácil observar que, aparentemente contando con un aparato teórico, académico, humorístico, léxico y sintáctico tan amplio, fácilmente derivan hacia inferencias, acusaciones y pruritos que demeritan su argumentación y dejan sólo la sensación de que arrogándose el derecho de discrepar, no admiten que sus lectores, a la vez, discrepemos con ustedes. Es decir que, su discrepancia es “open mind” y nuestra discrepancia hacia su escrito es asunto de “conservadores”. No, no crean que estamos enojados ni ardidos ni desconcertados; ni creemos que Helen quiera que todo mundo esté de acuerdo con su libro (ella podría decirlo mejor, incluso con su ponderado silencio). Nos preguntamos ¿Acaso si un cibernauta (o tres) quieren publicar un blog y que todo mundo esté de acuerdo con ese blog, entonces, se trata de blogueros mediocres: O peor aún, de blogueros conservadores? Sí, dijimos blogueros conservadores, de esos que no admiten DISCREPANCIAS hacia sus discrepancias. Si atendemos a lo expresado en el numeral 5 de sus PROCEDIMIENTOS PARA CRITICAR LIBROS (“Como no somos dueños de la verdad, solicitamos, a quienes comenten, que escriban su valoración sobre el libro criticado. Agradecemos las discrepancias…”) estamos seguros de que podemos discrepar en paz. Permítannos  rozar el oxímoron.

Pueden discrepar todo lo que deseen en este blog, sin duda, nadie quita ese derecho absoluto.

 
Estamos felices de saber que compartimos los mismos criterios respecto a los “escribidores” citados. También estamos felices de sus discrepancias que apuntan a un despertar en el anestesiado desierto del debate cultural hondureño. Quisiéramos remitirlos de nuevo a nuestra discrepancia original para solicitarles una mejor lectura que aclare que nosotros nos referimos a su texto “embadurnado de seudoacademia” y nunca los calificamos a ustedes de seudointelectuales. También es necesario aclararles que no hemos presentado ninguna solicitud de aspirantes a izquierda ante ningún concilio o sanedrín de la ideología y nuestras convicciones socialistas se sustentan en años de lucha sin alharacas. Tampoco intentamos descubrirles nada a ustedes, caros amigos, ni a ningún almirante de los siete mares del conocimiento y la sapiencia (disculpen el desliz humorístico que advertimos sazonaría nuestra respuesta en este ir y venir e-pistolario).

Nada que disculpar. Ah, es verdad, "seudoacademia" han dicho: lamentablemente nosotros no llegamos a ni a es, porque ni este es un espacio académico, ni tiene esa pretensión.
 

En cuanto al procedimiento utilizado de contrastar los méritos de Helen con los deméritos de los “escribidores” Segisfredo, Cardona Chapas, Nery G., Indiasno (con extensión a Juan Ramón Martínez y sus posibles “negros” -en el sentido literario, por supuesto- redactores de filípicas), nos entristece no satisfacerles con el procedimiento y nos encantaría complacerles con otro contraste más a su gusto. Sin embargo, pensamos humildemente que si tal contraste les parece extremo, entonces está bien cumplido el propósito. Todo contraste es “de grado”, como en la escala cromática (lo cual, obviamente, saben bien ustedes), y nosotros escogimos este grado de contraste para enfatizar dos posturas ante el hecho literario que nos ocupa. Por lo demás, su parangón de la dama y el sapo es comiquísimo, aunque carente de imaginación e impensable para nosotros; y su calificativo de berrinchosos es sonoro, pero carente de verdad en este caso. Disculpen la memoria de estas carencias tristes.

Aludimos, en el contraste qeu ustedes hicieron, a la obviedad: al hecho de que ni nosotros ni nuestros inteligentes lectores necesitan tales datos. Si lo del sapo es carente de imaginación, entonces en lugar de sapo póngale Segisfredo o el apelativo que más le guste.
 

Hay unos larguísimos párrafos en su respuesta del 12 de enero, matizados con anécdotas políticas relacionadas con la albañilería, listas de libros y autores, más apelativos irónicos hacia nosotros y hábiles comparaciones (para lectores desprevenidos) con las que intentan sustentar sus argumentos. ¡Bah!, no vamos a hacer una autopsia, dijimos. Diremos sólo que no se trata de agarrarnos a librazo limpio exhibiendo nuestras lecturas o al menos los títulos dorados que vimos en los lomos de los libros de alguna biblioteca amiga. No vamos a hacer de esto una apuesta de quién ha leído más, como cuando en el barrio un alero decía a otros dos en contienda, poniendo su mano en medio de ellos: “Vaya, el que escupa aquí es macho”. Lo que se ha leído o no, cada quien lo sabe.

Bueno, cuando quieran hacer la autopsia, la recibiremos con el mismo gusto y paciencia que la recibe un cadáver. En lo que coincidimos es que realmente no nos interesa exhibir lecturas, por ello también nuestro anonimato. También, en favor de nuestro anonimato, hemos de decir que es la mejor opción que hasta ahora hemos encontrado para porder criticar incluso libros de personas que en la vida real estimamos y que, por conocerlos, sabemos que perderíamos su amistad. Este es un derecho que también nos corresponde. Criticamos libros y autores, seres de ficción.

 
Cuando señalamos el “procedimiento” de “criticar” el libro de Helen con tanto afán peyorativo es porque tal procedimiento nos pareció ligado al oscurantismo. Hágase un balance y nótese el esfuerzo y tono empleado para encontrar carencias al libro de Helen y el parrafito “Aciertos del libro La palabra iluminada, en el cual incluso, se relativizan sus méritos para concluir diciendo que el libro no es más que “un ladrillo, útil como un ladrillo, pero que tiene defectos y carencias”. Ni siquiera es un buen ladrillo: la socarrona valoración final de ustedes dice: Nota general del libro: 60% (estaba aplazada con un 59%, pero uno de los colaboradores de Tegucigalpa le regaló un punto para aprobar el libro “de panza”). Nota por su dedicación: 90% (sobresaliente. Menos 10 porque algunos escritores no valían la pena). Nota por su objetividad a la hora de criticar: 50% (aplazada).
Si acaso existe una palabra que podamos llamar peyorativa es la de "ladrillo", pero la hemos hecho en alusión al grosor. Por otro lado, en la cantidad de críticas o aciertos tenemos todo el derecho de determinar el porcentaje que le cedemos a cada cosa. Nos interesa señalar más aquello con lo que discrepamos. Si ustedes desean hacer una entrada escribiendo las bondades acerca del libro, CON TODO GUSTO ofrecemos espacio en nuestro blog para publicarla. De eso no les quepa la menor duda. Así que adelante, anímense.
 
Entonces, ¿Helen no merece que se contraste su trabajo con el de los escribidores, pero sí merece este tratamiento? Luego, suena a demagogia lo de: Querida Helen: nunca fuimos tus alumnos en ninguna aula. Pero te hemos leído más que aquellos que te defienden. Tú, como buena lectora que eres, lo sabes. Sabes que hemos leído cada uno de tus escritos. Estamos seguros que, como te dijimos en la entrada anterior, vas a seguir alumbrándonos con tu palabra”. Por supuesto que no existe el utópico libro perfecto (¿Qué es la perfección, amigos?) ni La palabra iluminada intenta serlo, ni nosotros lo postulamos como tal, pero asombra ver lo inservible que, aparentemente, es para ustedes esta obra de Helen, quien, de paso, probablemente ni debería atreverse a hacer crítica sobre poesía porque no cuenta son el aval de ustedes como poeta (¿Es requisito ser poeta para hacer crítica de poesía o viceversa? Cito: Ella, que sin tener una vocación artística es capaz de juzgar el esfuerzo de muchos poetas, lo hace porque es su DERECHO ABSOLUTO como lectora y crítica, un derecho que no se lo ha concedido ninguna academia y ningún profesorado, sino que se lo concede nada más y nada menos que ¡¡¡¡EL PROPIO AUTOR!!!!” O sea, porque sí. Realmente su texto está lleno de este tipo de puñaladas: “Te abrazo, Helen, pero permitime, amablemente, zamparte unos cuantos piquetitos”.

¿Pero alguien ha hablado de perfección? ¿Alguien ha exigido perfección al libro? Ustedes, señores, necesitan echar un vistazo a suplementos y libros de crítica, no de Honduras -que no la hay- sino de otros países donde el debate no llega a estos ridículos extremos en los que nos encontramos. No nos atribuyan palabras como "inservible". Nunca dijimos eso. Hemos dicho, más bien, la palabra útil. Y hemos dicho que de ese libro se podría hacer una histórica y magnífica antología si quitamos un buen número de nombres. Cuando decirmos que ella es capaz de juzgar el esfuerzo de muchos poetas sin tener vocación artística, no hacemos otra cosa que decir la verdad. Y esa verdad no significa, señores, que ella tenga que se poeta. Si leen bien, hemos dicho que tiene TODO EL DERECHO DE CRITICAR por la simple y sencilla razón de ser lectora. ¿Cuál es la puñalada en este caso? ¿Les molesta que digamos que Helen no tiene vocación de poeta? ¿Acaso faltamos a la verdad con eso? Ella es crítica y hace crítica. ¿Hay problema si decimos que no tiene vocación para la construcción de puentes? ¡Vaya! Ustedes son muy susceptibles realmente. Tienen paranoia de que todo es puñaladas.

Queridos amigos, créannos que no intentamos elevarnos a ninguna categoría ni nos autodenominamos revolucionarios (eso simplemente ocurre, si ocurre, según nuestros hechos, habiendo leído o no El capital), tampoco queremos hacer de ustedes los James Dean o les enfants terrible de la crítica o los blogs ni queremos que los crucifiquen, empalen o martiricen de ninguna manera (¿ni lo quiera Dios o los fariseos!); no los queremos boicotear ni confrontarlos estérilmente. Simplemente “discrepamos” de sus métodos para hacer “opinión crítica”, mediante invectivas plagadas de sofismas. Nadie, señores (o señoras, no sabemos) les quiere coartar su derecho a ejercer la libertad de expresión ¿No es eso lo que estamos haciendo, en doble vía, si nos lo permiten? No son las lecturas de este o aquel autor lo que hace a un revolucionario o un golpista. Tampoco nosotros creemos que Pablo de Rokha es un mal poeta por no admirar a Neruda, ni somos fascistas porque nos gusta Pound (¡Eureka!, los hemos leído, lo mismo que La palabra iluminada y otras cosillas). No pertenecemos al Club de los idiotas, subdesarrollados ideológicos, ni nuestro apellido es Micheletti o Facussé, como aviesamente insinúan.

Otra vez leyeron mal. Nadie insinúa que tengan tales apellidos. Hemos dicho que en sus "respuestas revolucionarias" proceden con similares procedimientos. Pero al fin y al cabo, sinceramente, no nos importa cómo procedan ustedes. Y qué bien que hayan leído a Pound y "algunas cositas". Entenderán entonces que a este blog le interesa hablar sobre literatura y no acerca de la trayectoria golpista o revolucinaria de nadie. Acuérdense de esto, señores ígneos (es decir, que tienen algunas de las cualidades del fuego, no es un insulto): este es un café, aquí hay una mesa. Siéntense, pidan lo que quieran, conversemos. Si Pachulito dice que Baudelaire es un pelele, entonces que venga Chechindo y le replique sobre Baudelaire y la modernidad. Lo que nos resulta cansón es que si viene Luchencha y dice que Bolaño es un mal escritor, venga Calcidonio y salga diciendo que Luchencha no sabe lo mucho que sufrió Bolaño en la vida  y su trayectoria humanista, y etc.
 
Señores del blog DISCREPANCIAS ELECTIVAS: el derecho a criticar es y será un derecho inseparable de la sociedad y de los lectores. La crítica es la base de toda revolución” ¿Nos ceden, entonces, el derecho a discrepar, a criticar? Leyendo entre líneas su delicadita respuesta del 12 de enero, parece que hay en ella una mejor exposición de los méritos del libro La palabra iluminada, sobre todo en lo relativo a la valoración de su crítica a muchos poetas o poetastros hondureños ¡Algo hemos ganado!

El derecho a discrepar no lo concedemos, pues no somos dioses del Olimpo, el derecho a discrpear es innato a todo lector-dios, a todo lector e incluso a todo analfabeta funcional. Lo que sí garantizamos es que no habrá de nuestra parte esa sus ansiada valoración de "méritos". Los méritos los dictamina el tiempo. Nosotros criticamos. Y lo que más nos gustaría es que nuestras críticas se las lleve el viento, como nuestro anonimato, y queden flotando los buenos versos y los méritos por sí mismos. 
 

Entre tantas frases sentenciosas suyas –que, por lo mismo, “suenan” a verdades- está aquella de que: “…entendemos que una cosa es la literatura y la opinión del lector y otra la trayectoria y el compromiso humanista”. Sacamos a flote esta joyita sólo para establecer cierta comunicación entre la obra literaria de cualquier autor y su compromiso (humanista o bárbaro). Creemos que no es cierto que una cosa esté separada de la otra y que entre ambas hay más relación que la que a veces se sospecha.

Qué les pareces la relación literatura y compromiso en artistas como el traficante de esclavos Rimbaud, o en el intelectual más prestigiado de la derecha latinoamericana Vargas Llosa, o en fascistas como Pound (Eureka!, lo han leído), Knut Hamsun, Riefenstahl, Drieu La Rochelle, D'Annunzio, Pirandello, Cela, Ridruejo, Wagner y una larga lista de artistas.
Eso no quiere decir que un libro esté bien escrito sólo por estar a favor de determinados postulados ideológicos o viceversa. Así, tampoco creemos que Helen sea golpista por dedicar unos párrafos amables a La vida menor, del dibujo de kínder Gaitán; pero es innegable que su obra es honesta y que aporta muchísimos elementos valiosos para el análisis del fenómeno literario en Honduras, como a ráfagas lo admiten ustedes (aunque, luego, otra ráfaga lo niegue). De ahí los datos biográficos de Helen que señalan su compromiso social. No para hacer de ello un mérito literario (por favor, señores), sino una condición humana que, inevitablemente, orienta su quehacer literario y por lo cual merece respeto efectivo al abordar su trayectoria, lo cual armoniza muy bien, Juan lector, con su propósito enunciado en ALGUNAS REGLAS: “Quedarán descartados los comentarios que ofendan la dignidad personal o familiar de las personas mencionadas en el blog”. Si realmente nuestra interlocución es mediocre, como la han calificado desde DISCREPANCIAS ELECTIVAS, pedimos disculpas a Helen y procuraremos mejorar este aspecto o guardar sabio silencio, siempre que sea ella quien haga esta valoración.

Nadie ha denigrado a Helen ni hemos negado su trayectoria humanista. Lo que ustedes parece que quieren es que le demos más espacio y comentario a sus méritos, cosa que no haremos por la simple y sencilla razón de que no queremos. Decimos lo que nos parece suficiente y punto. ¿Nos permiten tener ese derecho? 

Queremos creerles cuando declaran: “Queremos decir tres cosas para terminar. Primero sobre Helen Umaña: tal como lo dijimos en la entrada anterior, creemos que es un ser sensible, una intelectual imprescindible para entender la literatura de nuestro país, no dudados de su capacidad, de su talento, de su entrega, disposición y fortaleza para defender los derechos humanos y nadie pone en duda el amor profundo que tiene por la poesía. Es humana, no es infalible, y como nosotros también se equivoca y también puede escribir todo lo que le dé la gana, como todo mundo puede decir sobre su obra lo que quiera”. Admitimos ese derecho que ustedes tienen a opinar sobre lo que quieran y solicitamos nos sea concedido también a nosotros.

Como dijo el genio de Aladino: ¡Concedido! Nos llama la atención que no pusieron en negritas que Helen es humana y no es infalible. Error de dedo, sin duda. Ah, y gracias por creernos.
 

Queremos creerles cuando afirman: Hemos escrito esta entrada por ustedes, para ustedes, porque los respetamos y respetamos su trabajo. Si no fuera así, lo más simple sería ignorarlos y nosotros seguir en lo nuestro. Pero no, mejor apliquemos ese silencio a los golpistas de la literatura, a los malos escritores, a los mediocres que buscan popularidad y fama. Hay muchos de camiseta blanca y algunos pocos también en el lado rojo”. Se agradecerá ese respeto cuando realmente sea patente en su sintaxis, al menos, y les será prodigado en la misma medida, queridos amigos. De acuerdo en aplicar nuestro silencio a los golpistas de la literatura y sus adláteres.

Bueno.

Quisiéramos atemperar un poco su desbocada imaginación cuando dicen: no somos golpistas, no somos conservadores, no somos poderosos, no somos intelectuales ni profesores de ninguna academia, no somos complacientes, no somos populares y sobre todo no somos tontos. Somos “desocupados lectores”,  preferimos ser los Judas de esta historia, o sea, llámennos de traidores, de puñaleros, llámennos de pesimistas y destructores, como hacen los que dicen amar a la patria con sus camisetitas blancas, esos mismos que a ustedes en la calle les llaman de vándalos porque exigen su derecho a la libertad y la democracia. Sí, hijos del fuego, llámennos negativos con la típica frase del hondureño golpista: “fije que usté solo lo malo mira, en lugar de ver las cosas güenas de nuestra patria bella”. Llámennos de biliosos y virulentos porque criticamos y no estamos contentos con muchas cosas de nuestra literatura, porque criticamos con la idea de que las cosas mejoren, llámennos fríos y frustrados. Ojalá que a ustedes, tan en llamas, ¡nunca tengamos que llamarlos tibios!”, diciéndoles que no se martiricen tanto imaginando que les llamaremos esto o aquello. Hay cosas más importantes que andar etiquetando anonimatos.

¿Y si hay cosas más importantes, por qué entonces no dejan a estos cobardes anónimos que digan sus tonterías y ustedes se dedican a "lo importante"? Basta no leer el blog, como cambiar de canal. Eso es más inteligente, ¿no creen?

Para finalizar, parafraseándoles: “los blogs se escriben para que los lectores hagan y digan lo que quieran”. Es una posibilidad.

Sin duda, para los lectores, lo que quieran. Y una sugerencia: no gasten pólvora en zopilotes, en nosotros. Gasten su tinta y hagan una reseña o una crítica sobre Helen Umaña, a quien tanto admiran, que con ello ayudarán al debate y a la lectura de este país que poco lee. Hemos recibido en nuestro buzón ya varios libros para que sean criticados, lo cual es un buen síntoma. Como es un buen síntoma recibir comentarios y largos párrafos y hasta comunicados como el que ustedes hicieron cuando salió nuestra entrada sobre La palabra iluminada. Aunque al final, nos preguntamos, ¿de qué sirvió todo eso? Nosotros, aunque les duela, seguimos creyendo que el libro de Helen tiene los problemas señalados en nuestra crítica. Pero adimitimos que podemos estar equivocados. ¿Por qué ustedes, a quienes les parece que nuestras preguntas caen en el desprestigio, no se encargan de explicarles a nuestros lectores las dudas que planteamos respecto a los grupos generacionales y a la teoría literaria empleada por Helen, por ejemplo? Si ustedes nos explican esas dudas, con toda seguridad escribiremos una entrada que comience: "Los señores de la editorial Divulgación, nos han enseñado y aclarado que X escritor nacido en tal fecha se inscribe en la vanguardia y no en la posvanguardia por tales y tales motivos..."

Es una posibilidad.


Discrepancias electivas


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PALABRASENLLAMAS dijo:

JUAN LECTOR:


Gracias por la respuesta. Seguramente habrá otros lectores de blogs que quieran seguir con el tema. Nosotros, por ahora, lo dejamos ahí, acotando nada más que algunos yerros o imprecisiones de La palabra iluminada, que ustedes bien señalan en su entrada original, no los discutimos por considerar correcta su apreciación. Lo mismo que ciertas valoraciones compartidas de "escribidores" reseñados. Solamente nos pareció desproporcionado el tono en que se abordó el tema. Por supuesto que hay derecho al tono que se quiera. También a la defensa de nuestras decisiones.


Así, pues, larga vida a DISCREPANCIAS ELECTIVAS y, tal vez, a nuestro blog que abrimos con las epistolas de nuestro debate. Es cierto que la literatura está llena de aparentes o reales contradicciones como las que mencionan en este último correo suyo. Tal vez nosotros seamos parte de esas contradicciones en el universo virtual. Tal vez no. Quién sabe.


Saludos

palabraenllamas
Editorial Divulgación


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DISCREPANCIAS… dijo:


Señores editorial Divulgación:

Lo recíproco para ustedes en los buenos caminos. Al final qué bueno que prevalece la libertad de ideas y la literatura por encima de las discrepancias. Al final, qué bueno que se ganó un nuevo blog contra la ignorancia.

Saludos.

Juan Lector

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