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miércoles, 9 de marzo de 2011

Bienvenida al fuego

Dos textos inaugurales -de dos autores hondureños- de esta estación de fuego,
para su disfrute en tiempos tan calientes.

 (Pintura de Joaquín Sorolla)
COMIENZO DEL VERANO

Supe que todo había terminado porque de pronto hubo un nido de sombra en el centro de mi pecho y los perros bajaron la cabeza ante el primer fantasma que cabalgó el viento de la tarde El día fue helado pero al final se encendió en nubes de neón y hubo calor y silencio y certeza Entonces recordé que en el patio bajo las hojas amarillas del pataste cubierto por el matapalo tenía cuatro barriles metálicos con dos orificios en la parte superior (según se vea o se esté ubicado en los planos de la galaxia en el universo) con sus respectivos tapones de rosca todos verdes de un verde esmeralda hermoso metálico golpeado por el transporte aparentemente vacíos.
Encerrado en mi tabuco pensé que la poesía pasó sin visitarme y no supe cuándo para cogerla como se debe Fue entonces lo del fuego vespertino y los barriles metálicos.
Fui al patio armado con cincel machete martillo y guantes que no usé Coloqué los barriles en fila como reos duendes gnomos hombres de hojalata condenados a la muerte por cercenación de miembros bajo la enredadera del pataste Una hora de golpes ruidos furiosos vituperios de los vecinos abertura circular y escape de gas enervante hasta que uno a uno tuvieron su boca rota desdentada con vapor de laca thinner Era el comienzo del verano Había que prepararse para la sequía y he ahí los barriles Había que curarlos eliminar toxinas y vapores Encendí ya en la oscuridad del día rollos de periódico con cerillas de antaño y los metí en cada boca de barril Los primeros que abrí ardieron suavemente en la noche creciente como pozos azules tibios en los que anidaran galaxias recién nacidas Confiado metí la llama en la última boca y al instante un fogonazo y amarillo y púrpura quemó la mano el brazo y escaldó mi rostro que sintió largamente el esmeril de la flama Entonces supe que la poesía no había pasado en todo el día porque había estado horas y horas en el patio encerrada en los barriles esperando para tocarme con sus alas.
Y comenzó el verano mientras ella se despegaba en lascas como una costra oscura y fría de mi piel recién inaugurada.

Samuel Trigueros
Sábado 8 de enero de 2011

 (Pintura de Mariano Fortuny)

 
Me intriga la cuaresma. Sonora y suave la palabra, sí, suena a ceniza a marasmo a osezna a una bola de polvo reventando a plasma a carisma a salazma a talesma a muerasma a cuálesmás a cualquier caricia en la espaldesma a cualquier pestañeo de la platesba...cuaresma y la cruz en la frente puede sonar a lo que sea, pero no la entiendo.

Me intriga ese beso mártir, esa señalesma, esa resma de papel foliado con nombres de bautizados con derecho al cielo. Me encuentro filas de personas en los puntos de taxis con un balazo de ceniza en la frente. ¿Qué cosa? ¿Pero qué cosa? Cuarenta días con el diablo ofreciendo ciudades y reinos: Dubai, Sao Paulo, Yokohama y las futuras charter de los ocelotes de América Central. Cuarenta días a puro polvo y lágrimas. Cuarenta días en cuarenta miércoles de cenizas, sin pájaros fénix ni nada parecido.

La gente, entonces, ha restregado su frente sobre las cenizas de la ciudad.

Sólo así me lo explico.

¿Pero qué cosa?

F.E.

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